lunes, 27 de mayo de 2024

208 aniversario de la apertura de la primera biblioteca pública "Sean los orientales tan ilustrados como valientes"


El 26 de mayo, se celebra en el Uruguay el "Día del Libro", por ser el aniversario de la apertura de la primera biblioteca pública.
El 4 de agosto de 1815, el sacerdote Dámaso Antonio Larrañaga envió una cata al Cabildo, proponiendo suplir con buenos libros, la falta de maestros e instituciones. En este marco, planteó la necesidad de crear una biblioteca pública donde pudiesen concurrir los jóvenes y todos aquellos que estuviesen interesados en acceder al saber.
José Artigas, quien se hallaba en el Campamento de Purificación, envió una nota fechada el 12 de agosto de 1815 al Cabildo, dando el visto bueno para que se procediera a la creación de quella primera biblioteca pública.
Un aporte interesante para dotar de libros a la nueva biblioteca, llegó a través del legado  legado del presbístero José Manuel Pérez Castellano, quien legó un importante acervo bibliográfico. A esta donación se sumaron los libros aportados por José Raimundo Guerra, los padres fransciscanos y el donativo del propio Larrañaga quien ya poseía en aquella época una vasta colección.
 La primera Biblioteca Pública fue instalada en los altos del fuerte de Montevideo, actual Plaza Zabala. Larrañaga en su carácter de director, pronunció la "Oración Inaugural", donde expresó: "Una biblioteca no es otra cosa que un domicilio o ilustre asamblea en que se reúnen, como de asiento, todos los mas sublimes ingenios del orbe literario o por mejor decir, el foco en que se reconcentran las luces más brillantes que se han esparcido por los sabios de todos los países y de todos los tiempos. Estas luces son las que el ilustrado y el Gobierno vienen a hacer comunes a sus conciudadanos".
A continuación y por resolución de Artigas, el 30 de mayo de 1816, los centinelas del ejército oriental usaron como sato y seña: "Sean los orientales tan ilustrados como valientes", como adhesión a la flamante Biblioteca Nacional.
En el año 1926 se adquirió el predio del actual edificio de la Biblioteca Nacional. La piedra fundamental se colocó el 26 de mayo de 1937, la nueva sede se ocupó en 1955, y finalmente se inauguró oficialmente en 1964.
La Biblioteca Pública inaugurada el 26 de mayo de 1816 es la única institución de la época libertadora que se mantiene hasta hoy

sábado, 18 de mayo de 2024

Los mitos de la Batalla de Las Piedras


 
Para quienes elaboramos materiales sobre Josè Artigas y ademas seguimos investigando sobre el mismo sabemos que a veces ante la falta de documentaciòn surgen los mitos, encontrar una primera fuente se nos torna una ardua tarea pero talves en el presente a pesar de ser como mencionamos, la digitalizacion de varios textos inclusive el Archivo Artigas nos facilita la labor.
Con frecuencia solemos escribir màs acerca del ultimo periodo de Artigas, ese menos conocido del protector, pero hoy nos llamo la atenciòn conmemorar esta fecha que marca un hito dentro de su gesta.
La Batalla de las Piedras, el 18 de Mayo de 1811
Pero que sabemos sobre la misma?, hoy justamente observaba en las redes sociales, precisamente en facebook, un video del Canal 4 de Montevideo titulado: - "¿Qué tanto saben los uruguayos? 📖🤔 Hernán investiga sobre la Batalla de las Piedras en el móvil de #VamoArriba"
 (Pueden ver el video clickeando arriba el enlace del mismo nombre)
Notamos que las personas, no saben siquiera porque es el feriado de la fecha, o quienes se enfrentaron o el año de la misma como pudieron ver en el material en video, entonces nos preguntamos o nos dijimos..hagamos un post.!
En vista a esto queremos esclarecer ciertos aspectos o hechos que no son como piensan la mayoria de las personas, tal el caso de este "primer triunfo del ejército patriota al mando de José Artigas de la Junta Grande de las Provincias Unidas del Río de la Plata en territorio de la Banda Oriental. Su ideario se resume en LIBERTAD y UNIÓN para los RIOPLATENSES."
El hecho se puede entender como esas cuestiones extrañas que marcan los procesos, recordemos años màs tarde hacia 1825 La Declaratoria de Independencia de la Florida o Piedra alta en la cual refiere a la
Ley de Unión de la Provincia Oriental a las otras Provincias Unidas del Río de la Plata (unión con las demás Provincias Argentinas, á que siempre perteneció por los vínculos más sagrado que el mundo conoce...)
Repasemos los acontecimientos de 1811, el 11 de abril Jose Artigas comienza si gesta desde su cuartel provisorio en Mercedes lanzando una arenga a los Orientales, los invitaba a plegarse a la revolución contra el poder monárquico, les exhortaba a defender la libertad, a ser libres e iguales, a desprenderse del sometimiento. El 10 de octubre de 1811 tuvo lugar una reunión de los orientales en la quinta de "La Paraguaya", donde es designado General en Jefe de los Orientales. Al producirse un acuerdo (armisticio) entre Buenos Aires y Montevideo los criollos entendieron que estaban solos en sus aspiraciones por lo que deciden emigrar sentando las bases de la tendencia autonomista de la Banda Oriental. La columna que era parte del ejercito triunfante de la Batalla de Las Piedras partio hacia el Norte "Nada debemos esperar sino de nosotros mismos" escribiría José Artigas después.
Volviendo al tema de hoy citado al comienzo: La Batalla de Las Piedras debemos decir que a partir de la segunda mitad del siglo 20 comenzo a resonar la frase "Clemencia para los Vencidos, Curad a los heridos, respetad a los prisioneros...", Frase que como manifiesta la Historiadora Ana Ribeiro en el siguiente video del Museo Historico Nacional...NUNCA SE ENCONTRO!(2:56)
 

 

 Entonces.... Que dijo Artigas?

Buscamos en el Archivo Artigas de la Biblioteca Nacional Digital, Título: 04 - Archivo Artigas
Editorial: Comisión Nacional Archivo Artigas (Uruguay) con fecha de publicación: 1953-10-10, pueden ingresar o descargar en el siguiente enlace: http://bibliotecadigital.bibna.gub.uy:8080/jspui/handle/123456789/1010 Comienza en la pàgina 376 del archivo (420 digital pdf) capitulo XIII

No encontramos nada!, entonces recordamos un excelente articulo del Instituto Artiguista de Santa Fè, escrito por el Lic. Alberto Umpièrrez el cual compartimos con ustedes enseguida de esta imagen del Tomo 4, pàgina 401 (445 pdf)

Habiendo realizado una breve investigación, a instancias del amigo Tabaré Hackembruch, buscando dónde aparece documentada la famosa frase de José Artigas “Clemencia para los vencidos”, paso a dar cuenta de los resultados.

1) Archivo Artigas

La búsqueda en el Archivo Artigas fue infructuosa respecto a la frase de referencia, aunque sí aparece un texto que refleja el espíritu de la misma, que pertenece al segundo Parte de Batalla que Artigas remite a la Junta Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata, fechado en el Campamento del Cerrito de Montevideo, el 30 de mayo de 1811, en el cual expresa lo siguiente:

La tropa enardecida hubiera pronto descargado su furor sobre las vidas de todos ellos, para vengar la inocente sangre de nuestros hermanos, acabada de verter para sostener la tiranía; pero ellos al fin participando de la generosidad que distingue a la gente americana, cedieron a los impulsos de nuestros oficiales empeñados en salvar a los rendidos.” (Archivo Artigas, Tomo Cuarto, pág. 400, Montevideo, 1953)

En este documento también se establecen las cifras definitivas de muertos y heridos por ambas partes, resultando del lado patriota 11 muertos y 28 heridos, incluyendo a 7 hombres del Regimiento de Patricios que fueron muertos por una sola bala de cañón disparada desde la línea española al inicio de la batalla.

Pero del lado realista se dan cuenta de 97 muertos y 61 heridos, una cifra que contrasta notoriamente, sobre todo considerando que los muertos casi duplican a los heridos, y que los patriotas prácticamente no tenían artillería significativa.

Este contraste parece indicar que “la generosidad” y la clemencia seguramente llegaron después de que “la tropa enardecida” ya había “descargado su furor” sobre buena parte de los rendidos.

Resulta muy esclarecedor en este sentido el Parte de Batalla del propio capitán José Posadas, quien pinta un panorama por demás caótico de la batalla desde el lado español. Este documento data del 3 de octubre, cuando Posadas retorna a Montevideo junto con otros 14 oficiales. Cito el fragmento que corresponde a la fase final del combate:

“… en vano les persuadía de que iban a ser víctimas, pues era tal el terror, que tiraban sus fusiles y se metían en una Cañada para libertarse de las balas, pero unos cuantos soldados esforzados se reunieron y pudieron retirar un cañón y los dos obuses con los que todavía se les hizo fuego, pero cargaron en gran número sobre nosotros y la mayor parte han sido sacrificados al furor de los insurgentes; considerando ya no había remedio alguno ni recurso de defensa pues estábamos por todas partes rodeados se mandó poner bandera parlamentaria por algunos oficiales que les habían dicho que yo era muerto, y no es de extrañar, pues cuando avanzó el enemigo me mataron el caballo de cuyas resultas di un fuerte golpe sacándome el segundo Condestable José Pardo, que se hallaba herido, debajo de él sin recibir daño alguno, pero a muy poco tiempo me hirieron los enemigos dándome un sablazo en el sombrero de cuyas resultas se me cayó en el suelo, me dieron otro de bastante consideración en la cara que me dividió el carrillo izquierdo en dos partes, y el tercero en la cabeza, y milagrosamente no fui muerto en aquel acto, pues me tiraron un balazo casi a boca de jarro sin tocarme, y me iban a asegundar otro pero un oficial que llegó en aquel acto me libertó la vida, enseguida caímos prisioneros todos los oficiales y la tropa que había quedado…” (Archivo Artigas, Tomo Cuarto, pág. 410-411, Montevideo, 1953).

Este relato parece refutar la pacífica escena pintada por Juan Manuel Blanes en 1895, bajo el título “La Batalla de Las Piedras”, en la cual aparece el Presbítero Valentín Gómez caminando hacia el Capitán José Posadas para recibir el sable del vencido, bajo la mirada de José Artigas montado a caballo. Hecho que, además, tampoco tiene ningún respaldo documental publicado en el Archivo Artigas.

2) Los primeros historiadores

Ante la falta de constatación documental de la frase de referencia, busco en los textos de Historia Nacional más antiguos, como es el caso, por ejemplo, de la “Historia de la Dominación Española en el Uruguay” de Francisco Bauzá, calificada como una de las mejores y más completas por el Prof. Juan Pivel Devoto, publicado entre 1880 y 1882. La Batalla de Las Piedras se describe con gran detalle entre las páginas 157 y 161 del texto (Colección de Clásicos Uruguayos, Volúmen 99, Tomo V, Montevideo, 1967), pero en ningún momento se menciona la frase buscada y tampoco se refiere nada parecido a la escena pintada por Juan Manuel Blanes poco más de 10 años después.

3) Los poetas

Buscando ahora en el libro de Daniel Hammerly Dupuy “Artigas en la Poesía de América” (Editorial Noel, Buenos Aires, Noviembre de 1951), finalmente logro encontrar la frase, que luce, aparentemente por primera vez, escrita en un  "supuesto poema de Joaquín Lenzina (el “negro” Ansina)", titulado “Los gestos del héroe” (pág. 111-112):

“Por sus frutos se conoce al guayabo…

Al puma y al yaguareté, por su instinto,

Y por sus plumas al papagayo;

Pero cada hombre, es distinto…

“Hay entre hombre y hombre, diferencias

Más notables que el color de la piel.

Aunque Dios ha dado las conciencias,

Los hombres se hacen de miel o de hiel

“De los humanos que he conocido,

Admiro a Artigas como al mejor,

Porque en los años que he vivido,

Aprendí a seguirlo con fervor.

“En ello no tengo el menor engaño,

Porque he sido como su sombra,

Desde que lo conocí hace años,

En tiempo que ya ni se nombra…

“No puedo olvidar el día cuando lo vi.

Me habían reducido a la esclavitud,

Y en la última desgracia viví,

Hasta que conocí a este hombre de virtud.

“Mirándome con sus ojos celestes,

Con un gesto de gran humanidad,

“Pagaré –dijo- lo que me cuestes”

¡Y me dio la libertad!

“Cuando fue el blandengue restaurador

Mostró su voluntad por la rectitud,

Protegiendo a los paisanos con amor,

Y enseñando a los bandoleros la virtud.

“Sus grandes cualidades son muchas.

Dotado de voluntad y paciencia,

Participó heroico en las luchas.

Los ingleses vieron su experiencia.

“Fue en la batalla de Las Piedras,

Donde obtuvo la gran victoria.

Inmensa habría sido la tragedia,

Si Artigas sólo pensara en la gloria…

“Mientras haya Oriente y Occidente,

Mientras los pájaros hagan nidos,

Se recordará su orden imponente:

“¡Clemencia para los vencidos!”.

No hay ningún otro de los poemas publicados en este libro de 1951 que mencione la frase completa. Este es el único. Aunque otros versos de sus contemporáneos Bartolomé Hidalgo y Eusebio Valdenegro, y otros autores posteriores mencionan que fue “clemente” o “piadoso”, sin referirlo a una frase concreta.

Ni siquiera Juan Zorrilla de San Martín, quizá el mayor apologista de José Artigas en su “Epopeya de Artigas” de 1910, menciona la famosa frase que se imputa al prócer.

Dice Zorrilla en esta obra al respecto de la Batalla de Las Piedras:

¿Queréis, sin embargo, verlo un instante en el campo de batalla, una vez por todas siquiera, aquí en Las Piedras? Miradlo en el momento en que, ya entrada la tarde, Posadas, el jefe enemigo, que ve a su alrededor 97 de sus soldados muertos y 61 heridos ; que se encuentra envuelto por todas partes por los patriotas triunfantes, y se siente desmoralizado, hace levantar bandera de parlamento. Tan estrechado estaba, que es Artigas personalmente quien, envainando su espada, le intima á voces que se rinda a discreción, prometiéndole su vida y la de todos. Así lo hizo el bizarro jefe español. Pero Artigas no recogió personalmente la buena espada de aquel hombre de bien, leal a su patria y a su rey. Como tributo de hidalgo respeto, envió a un sacerdote, al capellán don Valentín Gómez, a recoger como objeto sacro aquella espada.

Posadas se entregó a discreción, con 22 oficiales y 342 individuos de tropa. Del resto de su ejército, una parte quedaba postrada en el campo; la otra se dispersó. Las pérdidas de los patriotas fueron 11 muertos y 23 heridos. En poder de Artigas quedan 462 prisioneros, con sus jefes y oficiales, y cinco piezas de artillería, armas, municiones y bagajes.

Para juzgar de esas cifras, mis queridos artistas, es necesario que las consideréis con relación al teatro de la acción. Son muy grandes. La batalla de San Lorenzo, primera resonante victoria de San Martín, el gran capitán americano, se libró entre 200 ó 300 hombres por ambas partes. Y es un fasto glorioso de la revolución de América.

Notemos un rasgo final en este combate, que consuela las congojas provocadas en el espíritu por la ejecución de Liniers y la de los vencidos en Suipacha: ni una gota de sangre manchó las manos del vencedor de Las Piedras. Artigas personalmente defendió a los fugitivos, e hizo de ello siempre un título de honor; lo consigna expresamente en el parte de la victoria. Después de la batalla, se verificó el canje de los prisioneros, el primero realizado en América, de acuerdo con las leyes de la humanidad, y de la guerra. La humanidad, mis queridos artistas, fue el rasgo característico de ese hombre de bien. Nadie lo superó en esa virtud; muy pocos lo alcanzaron. En esta acción de guerra, como en todas, sin una sola excepción, el héroe oriental pudo incluir su victoria entre sus buenas acciones.” (Conferencia IX, “Las Piedras y el Éxodo del Pueblo Oriental”)

Nótese que el autor se refiere al episodio retratado por Juan Manuel Blanes unos años antes, que seguramente fue y sigue siendo la imagen más icónica sobre la Batalla de Las Piedras, pero no menciona la famosa frase.

4) Conclusión

Considerando los elementos reseñados, podemos concluir que la Batalla de Las Piedras, seguramente por su carácter de hito fundacional de la Orientalidad y de la Independencia Americana, fue objeto de una elaboración “mitológica” posterior, de una mitología gráfica (Blanes) y de una mitología poética (Ansina).

Que haya habido una elaboración mitológica posterior, vinculada a la apología de Artigas en el marco de la construcción de la identidad Oriental, no significa la frase “Clemencia para los vencidos” no haya existido o que no fuera Valentín Gómez quien recibió el sable del capitán Posadas, eso seguramente nunca lo sabremos con certeza.

Las pruebas documentales inducen a pensar que la batalla fue bastante más caótica que como la pintó Blanes, que no hubo una sola rendición, sino varias, y que seguramente también hubo excesos, en particular sobre los soldados españoles que huían aterrorizados y desarmados rumbo a la Cañada que hace referencia Posadas en su Parte de Batalla.

La orden de “Clemencia” seguramente evitó una masacre mucho mayor de los vencidos.

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Comentarios al respecto
 
Con relación Hammerly muchas referencias históricas se le atribuyen erróneamente como si fuera la primera fuente documental, pero esto no es así, todo lo “inédito de Hammerly” tiene un antecedente, documental, bibliográfico o es directamente inventado.
En el artículo escrito por el actual Director del Archivo General de la Nación, (Alberto Umpiérrez (2021): Los mitos de la Batalla de Las Piedras. Publicado el 22 de septiembre. https://institutoartiguista.org.ar/los-mitos-de-la-batalla-de-las-piedras/) la frase “Clemencia para los vencidos”. Como todos sabemos ha sido atribuida a José Artigas, sin que exista –hasta el momento- respaldo alguno para sostenerlo.
En la búsqueda del origen de esta expresión, el trabajo se focalizó básicamente en el Archivo Artigas y en algunos clásicos uruguayos, entre ellos Bauzá y Devoto. Al llegar al libro de Hämmerly, expresó:

finalmente logro encontrar la frase, que luce, aparentemente por primera vez, escrita en un poema de Joaquín Lenzina (el “negro” Ansina), titulado “Los gestos del héroe”.

Tiendo a pensar que Hämmerly tomó contacto con las obras de alguno de los siguientes escritores, a quienes cito a modo de ejemplo: Victor Arreguine (1892), Benjamín Fernández y Medina (1895) Hugo David Barbagelata (1924), Hermano Damasceno (1929), Humberto Zarrilli (1944). Todas ellos pusieron en la voz de Artigas, la frase con la que Hämmerly cierra su poema publicado en 1951.
Invoco estos antecedentes, con la intención o con la ilusión de que otros investigadores no citen a “Lenzina”, como testigo de la frase atribuida a Artigas: “clemencia para los vencidos”, supuestamente pronunciada en la Batalla de las Piedras.
Tampoco Lenzina pudo ser testigo de las acciones revolucionarias de Artigas en 1810 porque estas comenzaron en 1811.

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Investigaciòn: Roberto Schiappapietra

 


 

lunes, 13 de mayo de 2024

14-05-1913 Discurso de Juan E. O'Leary ( Yegros-Artigas)

 

Hoy se cumplen 111 años de este sublime discurso del dr. Oleary

Texto 1913 ....La juventud oriental organizó, hace pocos meses, una peregrinación civica a la Asunción del Paraguay, determinada por dos motivos simpáticos y poderosos: saludar al país hermano en el aniversario de su independencia y cubrir de flores el sitio que fué tumba, en la vida y en la muerte, del ge neral José Artigas.

DIA 14 - 9 a. m. Recepción en la Universidad.. Harán uso de la palabra los -- - doctores Manuel Domínguez, Ignacio A. Pane y el señor Juan E. O'Leary.

Cerró el acto el director del Colegio Nacional, señor Juan E. O'Leary. El inspirado cantor de nuestras glorias habló en la siguiente forma:

 "Señores: La juventud paraguaya ha querido que fuera yo quien en su nombre os diera la bienvenida en esta casa que es como el ALMA MATER del Paraguay moderno. Ella me ha pedido, también, que os expresara el inmenso júbilo que llena su alma al veros en nuestra tierra, materializando con vuestra presencia viejos afectos, cultivados al través del tiempo y de la distancia. Ella desea, en fin, que yo interprete sus sentimientos hacia la gran patria oriental y hacia sus hijos heroicos y caballerescos. Pues bien, señores: escuchad el mensaje, y en la torpeza de mis palabras no busquéis sino la expresión de mi sinceridad. Vosotros sabéis, orientales hermanos, que por sobre todas las virtudes de nuestra raza ha estado siempre nuestra inflexible lealtad, ya que por acabar de ser leales lo fuimos hasta con el infortunio, con la derrota y con la muerte. Podéis, pues, creer que cuanto vais a oir es apenas un débil acento de lo que todos los paraguayos llevamos para vosotros en nuestro corazón sin dobleces, sentimientos tan profundamente arraigados que nada ha podido debilitar, ni aún la locura de los tiempos, ni aún los horrores de la guerra, en dias que nosotros ni siquiera recordamos ya... Y la verdad es que nuestra simpatia viene de lejos y que su explicación no es dificil si pedimos a la historia que ilumine las tinieblas del pasado. Nuestras patrias vinieron a la vida en la misma hora, bajo idéntico des- tino. Una misma fatalidad pesó sobre las dos, un mismo anhelo las empujó adelante y los mismos contrastes se interpusieron en su camino. La geografia perfiló los caracteres singulares de la raza, y, dentro de la gran familia rio- platense, tuvimos nuestras fronteras morales, contra las cuales se estrellaron al Norte y al Sud las mismas ambiciones vecinales. No necesito recordaros en todos sus detalles este estrecho paralelismo de nuestro ayer, ni necesito insistir sobre las infinitas afinidades de nuestros pueblos. Pero he de evocar el recuerdo de un episodio de nuestra común historia que es como la consagración de esa alianza espiritual que siempre ha existido entre nosotros: Era la hora crepuscular, anunciadora del claro amanecer de un nuevo dia. Extraños rumores flotaban sobre el ambiente de la dormida colonia. El des- contento empezaba a agitar a los criollos, hasta entonces sumisos al yugo español. Nada había, pero los horizontes se oscurecian, y oídos bien expertos podian percibir el apagado rumor de la lejana tempestad. El virreinato, tran quilo en apariencia, era como un volcán en cuyas entrañas el fuego preparaba la erupción. Y ya lo sabéis, la vieja Albión precipitó los acontecimientos, lle gando a nuestras puertas, en son de guerra y de conquista, fiada en nuestra secular docilidad, en nuestra antigua mansedumbre. Buenos Aires se irguió con arrogancia, Montevideo se aprestó también a la pelea... y el Paraguay acudió resuelto al primer llamado de sus hermanos en peligro. La lucha fué terrible, revelándose un nuevo factor en el drama de la his- toria, factor activo, enérgico, avasallador, llamado a producir transforma ciones radicales y a operar milagros ni siquiera sospechados. Ese factor era el hombre americano, con cuya acción el mundo no contaba, y bajo cuyo in- flujo redentor iba a florecer la libertad a la faz de la Europa esclavizada! Salvada la vencida Capital, gracias a nuestro eficaz apoyo, los ingleses volvieron la vista a Montevideo, dirigiéndose contra ella. En tan apurado trance el desgraciado Marqués de Sobremonte corrió en vuestra defensa, al frente de un poderoso núcleo de milicianos, reclutados en las diversas provincias del virreinato. Entre ellos iban muchos centenares de paraguayos, a las ordenes del comandante José Antonio Yegros, padre del futuro prócer de nues tra independencia. Atacado por el invasor en los alredores de la ciudad, Si bremonte no supo sacar partido de los elementos de que disponía, sacrificando torpemente a sus soldados y dándose a la fuga, apenas empezada la batalla. Los jinetes paraguayos, entre los que estaba el después brigadier  Fulgencio Yegros, y los jinetes orientales, entre los que estaba el después general José Gervasio Artigas, pelearon juntos, resistieron juntos, murieron juntos, bajo el tremendo fuego de los cañones enemigos... ¡Gervasio Artigas y Fulgencio Yegros! ¡Pensadlo bien, hermanos orientales! ¿No son acaso esos dos hombres providencia es la encarnación viviente de su raza y la síntesis humana de nuestra historia patria? Artigas era el Uruguay que iba a nacer; Yegros el Paraguay que se acer-caba. Los dos confundidos en el heroismo, abrazados en el peligro, juntos ante la muerte, eran como una revelación de nuestro destino, anudaban lazos que nunca se habían de romper, señalaban rumbos al porvenir. Yegros y Artigas sellaban asi, al pie de los muros de Montevideo, un pacto que todas las vicisitudes de nuestra tormentosa existencia no habían de des-truir. Y la sangre de nuestro héroe, herido de muerte en la batalla, rubricó aquel épico encuentro de dos pueblos, aquella fusión de dos razas, aquella comunión de dos patrias en un solo ideal de libertad. He aquí el punto de partida de esta corriente de hondo afecto y de inquebrantable simpatía que nos une, suprimiendo distancias, haciendo rimar los latidos de nuestro corazón en una indestructible fraternidad. De alli arranca esa afinidad de sentimientos entre paraguayos y orientales, que si alguna vez parece turbada por la demencia de los hombres, es sólo para resurgir más vigorosa, para asegurar definitivamente su imperio, para echar más hondas raices en las entrañas de nuestro pueblo. Quizá Artigas no presintió que a su lado caia Yegros, vale decir el Para guay, para levantarse vencedor del polvo de la derrota. Quizá Yegros no sospechó que junto a él era vencido aquel obscuro blandengue, en cuya alma de fuego ardia el patriotismo charrúa, inmenso predestinado de vuestra historia, condensación luminosa de esos vagos instintos de la raza a los que él dió forma, a los que él dió vida, pronunciando la primera palabra de vuestro génesis. Pero desde aquella sangrienta encrucijada en que se puso a prueba el temple de nuestro espiritu. partieron los dos profetas, el uno hacia vuestras cuchillas, el otro hacia nuestras selvas, sombrios y meditabundos, des-lumbrados por la misma revelación. Y cuando sonó la hora del peligro, lan zados en pos de! mismo ideal, detenidos por idénticos obstáculos, amenazados en su obra y desconocidos en su empresa por la misma implacable madrastra, Artigas y Yegros se buscaron a la distancia, como viejos camaradas, y sus miradas se encontraron, si bien sus anhelos salvadores no pudieron fundirse en la realidad de los hechos. Estaba escrito que ellos arrojarian la semilla y la fecundarian con sus lágrimas y con su sangre, pero que no verían bri llar el dia del triunfo, el dia bendito de la sacra cosecha, desde los umbrales del hogar feliz, en medio de sus pueblos redimidos. Y cuando llegó para el patriarca el instante inicial de su larga agonía, en aquel melancólico declinar de su fortuna, desecha honores, rechaza preben- das, agradece gentiles ofrecimientos, y, doblando sobre el pecho la cabeza, pone al trote su fatigado caballo de batalla, que en diez años no ha tenido una hora de descanso... y marcha al Paraguay! Fulgencio Yegros, y los jinetes orientales, entre los que estaba el después general José Gervasio Artigas, pelearon juntos, resistieron juntos, murieron juntos, bajo el tremendo fuego de los cañones enemigos... ¡Gervasio Artigas y Fulgencio Yegros! ¡Pensadlo bien, hermanos orientales! ¿No son acaso esos dos hombres providencia es la encarnación viviente de su raza y la síntesis humana de nuestra historia patria? Artigas era el Uruguay que iba a nacer; Yegros el Paraguay que se acer caba. Los dos confundidos en el heroismo, abrazados en el peligro, juntos ante la muerte, eran como una revelación de nuestro destino, anudaban lazos que nunca se habían de romper, señalaban rumbos al porvenir. Yegros y Artigas sellaban asi, al pie de los muros de Montevideo, un pacto que todas las vicisitudes de nuestra tormentosa existencia no habían de destruir. Y la sangre de nuestro héroe, herido de muerte en la batalla, rubricó aquel épico encuentro de dos pueblos, aquella fusión de dos razas, aquella comunión de dos patrias en un solo ideal de libertad. He aquí el punto de partida de esta corriente de hondo afecto y de inquebrantable simpatía que nos une, suprimiendo distancias, haciendo rimar los latidos de nuestro corazón en una indestructible fraternidad. De alli arranca esa afinidad de sentimientos entre paraguayos y orientales, que si alguna vez parece turbada por la demencia de los hombres, es sólo para resurgir más vigorosa, para asegurar definitivamente su imperio, para echar más hondas raices en las entrañas de nuestro pueblo. Quizá Artigas no presintió que a su lado caia Yegros, vale decir el Para- guay, para levantarse vencedor del polvo de la derrota. Quizá Yegros no sospechó que junto a él era vencido aquel obscuro blandengue, en cuya alma de fuego ardia el patriotismo charrúa, inmenso predestinado de vuestra historia, condensación luminosa de esos vagos instintos de la raza a los que él dió forma, a los que él dió vida, pronunciando la primera palabra de vuestro génesis. Pero desde aquella sangrienta encrucijada en que se puso a prueba el temple de nuestro espiritu. partieron los dos profetas, el uno hacia vues tras cuchillas, el otro hacia nuestras selvas, sombrios y meditabundos, des- lumbrados por la misma revelación. Y cuando sonó la hora del peligro, lan zados en pos de! mismo ideal, detenidos por idénticos obstáculos, amenazados en su obra y desconocidos en su empresa por la misma implacable madrastra, Artigas y Yegros se buscaron a la distancia, como viejos camaradas, y sus miradas se encontraron, si bien sus anhelos salvadores no pudieron fundirse en la realidad de los hechos. Estaba escrito que ellos arrojarian la semilla y la fecundarian con sus lágrimas y con su sangre, pero que no verían brillar el dia del triunfo, el dia bendito de la sacra cosecha, desde los umbrales del hogar feliz, en medio de sus pueblos redimidos. Y cuando llegó para el patriarca el instante inicial de su larga agonía, en aquel melancólico declinar de su fortuna, desecha honores, rechaza preben- das, agradece gentiles ofrecimientos, y, doblando sobre el pecho la cabeza, pone al trote su fatigado caballo de batalla, que en diez años no ha tenido una hora de descanso... y marcha al Paraguay! devolviéndonos esos sangrientos despojos de nuestro heroismo sin fortuna, renunciando a una herencia de odios que vuestra nobleza repudiaba, para im ponernos solamente una deuda de gratitud... Y tendréis la explicación de ese creciente cariño hacia vosotros que las nuevas generaciones paraguayas han recibido de sus mayores, y de ese intenso júbilo con que os vemos llegar a nuestras playas, como a ausentes queridos, por cuya vuelta suspirábamos. Y como si aun no fuesen suficientes tantos vínculos, vuestra generosidad ha querido sellar, una vez más, esta estrecha fraternidad, fundiendo en bronce vuestro afecto, para dejar sobre la tumba del guerrero que simboliza nuestra esperanza en el desastre, el homenaje del Uruguay de hoy en los laureles de una corona. ¡Gracias, hermanos! El presente y el pasado se refunden asi en la gran memoria de Artigas. Yegros y Díaz no son sino la Patria misma en marcha hacia el porvenir. Con la sangre del uno se firmó el primer pacto en vuestra tierra, sobre el sepulcro del otro va a confirmarse la eternidad de ese abrazo que impusiera el Sembrador. Pero, por sobre todo, está él, su espíritu flota sobre nuestra vida, como sobre el caos el espíritu de Dios. Somos hermanos en El, y lo seremos, a pesar de todos nuestros errores y extravios, porque más poderosa que nuestras pasiones, y más grande que nuestras debilidades, es la sugestión de su recuerdo!"

 

-En 1911 llegaron los primeros peregrinos patrioticos en relaciòn al centenario de la victoria de La Piedras en 1911, pero no fue hasta abril del año 1913, en que el Paraguay al enterarse de la venida de una nueva Peregrinacion reafrma enviando al Uruguay los papeles de Derechos sobre el lote del Solar, En mayo, durante la estadìa de la delegación es que fue escogido un espacio de los lugares descanso de Don Josè, este comprendìa un añoso ejemplar de Yvyra-pytà.
El Proyecto de dicha peregrinaciòn fue presentado por el director de "La Prensa", de la ciudad de Salto y el "Club Juventud Salteña" al cumplirse un siglo de las Instrucciones del año XIII,

 Los peregrinos parlamentarios y una secciòn del regimiento de Blandengues encabezaron la comisión en esa oportunidad..
Los discursos fueron realizados por el Presidente de Paraguay Don Eduardo Shaerer haciendo referencia a la entrañable amistad entre Artigas y Yegros, que fue recordada durante los festejos por los historiadores Dominguez y por el poeta escritor OLeary el 14 de mayo de 1913, teniendo como centro de reuniòn el umbroso Yvyra-pytà. La entusiasta comitiva conto con la colaboraciòn del Gobierno, que en aquella època presidia Don Josè Batlle y Ordoñez. Dentro de las destacadas personalidades se encontraban, el Dr. Daniel Muñoz, Fermin Yeregui, Julio Marìa Sosa, Joaquin Sanchez, Jose M. Fernandez Saldaña, Luis S. de Herrera, el Pbro. Arturo M. Arrivillaga, Antonio Grompone, Ramòn P. Miranda, Eduardo Salterain Herrera, Cañizas, Constancio Ferreira, Raùl Casal Ribeiro, etc etc entre otros.
La idea original de la fundaciòn de una escuela pùblica honrando la memoria del pròcer y llamada "Artigas" en el "Solar Asunceño de Artigas", perteneciò a uno de los peregrinos, el historiador Hector Miranda.

 -Otro de los discursos realizados estuvo a cargo del gran poeta paraguayo Eloy Fariña Nuñez, al otro dìa, el 15 de Mayo de 1913.
Núñez conmovió a los "charrúas" visitantes, con estos versos:
"....Sed bienvenidos, nobles uruguayos hijos de la gentil Montevideo a la tierra solar donde durmiera el gran Artigas su glorioso sueño y donde no seréis jamás extraños desde que disteis el viril ejemplo de perdonar la deuda de la guerra y de restituirnos los trofeos...".

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 Fuente: Paraguay-Uruguay las fiestas de confraternidad celebradas en Asuncion con motivo de la peregrinacion ,  Por Adriano Irala y Santino Burgos .Bs.As.1913

Investigaciòn; Roberto Schiappapietra

13 de mayo de 1892-2024, 132 Aniversario del nacimiento de Elisa A. Menéndez Sarra, ex directora de la escuela Artigas del Solar Asunceno

 Bautismo 1, de febrero de 1893

-Elisa Amparo Menéndez Sarra, hija del matrimonio de Olegario y Luisa naciò el 13 de Mayo de 1892 en los alrededores de la localidad de  José Enrique Rodó en el Uruguay, fue bautizada en otra ciudad cercana del mismo departamento, Dolores, al año siguiente.

En pena docencia en 1927 recibiò del gobierno Uruguayo la misiòn de viajar a paìses europeos con varios propòsitos de educaciòn vocacional, junto a ella viaja otra amiga maestra y directora momentanèa (ante la ausencia de Vizcay), la sra. Filomena Ulloa Viña, la cual incide en la decisiòn de viajar al Paraguay y formar parte del plantel docente.

Llega como maestra de sexto curso y en los años 1932 asume como directora, cargo en el que permanecio  durante 17 años culminando en 1948, (en 1934 regresarian unos meses a Europa por las mismas circunstancias)

Durante su periodo incursiono en la investigación historica y se transformò en escritora, es la primera mujer americana que estudia a fondo la vida de Artigas, no sólo como héroe, sino como hombre.

Dentro de su gestión la maestra Menendez consiguió ayuda monetaria el Ministerio de Obras Publicas del Uruguay para mejoras en la institución y constituyo en Montevideo una comisiòn pro fomento de ayuda a la escuela que tendría como objetivo las adquisición de elementos de estudio, ropas y alimentación, con que aumentar los rubros presupuestales destinados a ese objeto, no suficientes para atender cumplidamente a las necesidades de  los alumnos.

Tambien en su gestión llego una peregrinación en 1942 presidida por el Ing Oficial Ubaldo Genta la cual inauguro el primer busto de Artigas debajo del YvyraPyta.

Elisa muere con casi 63 años, en el mes de mayo, a los 8 dias  de 1953.

A su retiro en 1948 la escuela contaba con aproximadamente 100 alumnos.

 1944 Artigas defensor de la democracia americana


En 1944 sale a la luz “Artigas Defensor de la Democracia Americana” Edicion 1955,  lectura online aquí:

https://archive.org/details/artigas-defensor-de-la-democracia-americana-elisa-a-menendez-1955

o descarga  aquì: https://ia803101.us.archive.org/15/items/ElisaMenendez1955Artigas/Elisa%20Menendez%20-%201955%20-%20Artigas.pdf

Palabras sobran, para explicar su obra nos parecio mejor recurrir a los testimonios gràficos sobre la misma.

 





Pero si nos parecio  interesante la idea de compartir unas breves líneas de la dedicatoria que la Sra. Menendez dirige a su querido amigo Pedro P.Samaniego, fechada el 26 de abril de 1943.

DEDICATORIA

Dedico este libro a la memoria de mi mejor amigo el jurisconsulto doctor Pedro 'P. Samaniego, muerto en el destierro el 26 de abril de 194-2, por defender la Justicia y la Cultura de su patria desde el alto sitial de Presidente de la Suprema Corte de Justicia y Profesor de Derecho y Filosofía de la Facultad de Asunción del Paraguay.

Admirador de todos los hombres capaces de sacrificarse por altos ideales humanos, sin tener en cuenta fronteras ni razas, se sentía atraído por la inquebrantable fortaleza moral de nuestra procer, y aspiraba a que su figura se presentara como ejemplo de probidad y justicia a todas las juventudes americanas.

...¿Te acuerdas, caro amigo, “desde el seno de Dios donde reposas”, que un dia me sorprendiste con la idea que yo debía escribir un libro sobre el largo exilio de Artigas en el Paraguay? Nunca había pensado en ello y la empresa me pareció difícil e irrealizable. Agoté mis argumentos para no emprenderla, pero todos fueron refutados.

La mano cruel del destino nos separó.....

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-Menendez ofrece una minuciosa e ilustrativa narración, obtenida personalmente en los archivos oficiales del Paraguay, en la observación atenta del ambiente y también en las manifestaciones de los habitantes de las respectivas zonas, dándose el feliz acontecimiento de encontrarse aùn con vida y con mas de 100 años en 1942, un vecino muy particular que alcanzo a conversar con el procer regional Don Jospe.

Compartimos unas breves líneas de la entrevista realizada en 1942-3 a Juan Leon Benitez, nacido en1842, supuesto hijo de Mcal Fco Solano Lopez,(1827-1870)

—¿Y Artigas dónde vivía?

—Primeramente ocupaba “la casa alta”, que era entonces una vieja casona con muchas piezas. Después, cuando tía Rafaelita, la hija de López, iba a casarse con un brasileño, el doctor Bedoya, mi abuelo la hizo arreglar levantando una casa de dos plantas como está hoy. Fué por eso que el general José Gervasio — asi le llama don León con cierto énfasis en su temblorosa voz — pasó a ocupar otra casita de techo de teja que había en la quinta, un poco más acá.

—¿Cerca del ybyrá-pytá?

—No.

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-Con certeza el sr Lèon Benitez no conocía la carbonilla de Demersay sobre la casa de Artigas.

-No sabemos si fue la primera persona en dar con Benitez…podemos pensar que Hamerly en 1951 al publicar su trabajo, tomo el mismo de Menendez o realmente estuvo con Benitez en 1928 cuando recoge la poseía de Ansina, y con los cimientos de la casa, la cual manifiesta haber llevado pedacitos al museo Rivera (no se encuentran en la actualidad) A este Benitez le otorga una nota porque no era Uruguayo. Nota diario ABC https://www.abc.com.py/edicion-impresa/locales/el-mariscali-1334404.html

 1948 Juicios sobre el libro Artigas defensor de la democracia americana de Elisa A. Menéndez


En el año 1948 recopila y lanza los  juicios y repercusiones  sobre el libro Artigas defensor de la democracia americana, índice aquí; https://pmb.parlamento.gub.uy/pmb/opac_css/index.php?lvl=notice_display&id=36267

 1949 Puntualizaciones...  venturas y desventuras de mi vida en el Paraguay


-Comencemos a desempolvar lo que menos conocemos sobre la maestra, el retiro.

Elisa fuè declarada “Persona no Grata!,” y por esta acusación fue retirada de su cargo.

Bueno, si bien razòn razòn… seria que al emitir algunos juicios que no agradaron en su obra, quien la conoce sabemos que no hizo màs que fundarse en una serie de apreciaciones de autores Paraguayos que juzgaban en forma acerba y severa al ex Dictador Francia.

No hubo màs razones poderosas del gob. de Morinigo en sus autoridades, como por ejemplo el ministro de Instruccion Publica etc que “ el hablar mal de Gaspar R. de Francia!, tampoco hubo ninguna resolución aclaratoria del consejo de Enseñanza primaria a este respecto.

En el presente, se encuentran por lo menos 2 de sus alumnos ya casi centenarios con vida y con muy gratos recuerdos de cariño y respeto a la estimada Maestra Menendez, uno es el ing. Molinas, quien fuera ademas de alumno, esposo de la directora de los años 70-80 Mirsa Belen . Otra de sus alumnas es la sra. Marìa Orue (con 3 generaciones de descendientes en la institución), en nota para un material audiovisual de la escuela expresa con mucha emoción y nostalgia sus recuerdos  de aquella época de niña que conserva en su memoria y corazón, pregunta por la vida de la sobrina de la directora  Elisa, llamada Sara Menendez, quien les enseñaba gimnasia y hasta con esa extraña mezcla de tristeza e injusticia recuerda que quien le secundaba a Elisa, su compañera Marìa Angèlica Valdèz de Renna, le habría bajado como quien dice la caña!:

Sobre esto ùltimo, la propia Elisa Menendez en un libro lanzado en 1949: “Puntualizaciones...  venturas y desventuras de mi vida en el Paraguay”, en el punto 5, asì lo menciona:

https://pmb.parlamento.gub.uy/pmb/opac_css/index.php?lvl=notice_display&id=16981

Algunas páginas del mismo aquí debajo y un tiempo después la publicación del periódico "El Tiempo" de la ciudad de Mercedes, Soriano en la cual refiere a hacerse Justicia… tema que trataremos al final de este articulo)





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-Quien prosigue la dirección de la escuela es una nueva maestra tambien muy recordada,  la sra. Berta Martinez de Santiviago.

Compartimos el nombre de sus otras obras en las imágenes aquí debajo, como asì también fotografias del acervo personal, de la escuela y de los periódicos que llegaron hasta el Paraguay como el diario “El Dia”, el cual registro en aquellos años la gestión, la vocacion y la buena voluntad de la misma.

Queremos ser ilustres en esta fecha, recordar un aniversario mas de la Maestra Elisa Menendez, visibilizar su obra, que la conozcan  a fondo y asi poder apreciar el valor y riqueza de la misma, sus aportes a la educación,  a la gesta y legado de Artigas son su herencia y debemos ser meritorios y transversales a la hora de mencionar la palabra Justicia, queremos dejar abierta a quienes correspondan el homenaje que competa, talves un minimo busto, una biblioteca en su nombre…serán adecuados.

 ANSINA, 1951

ANTES DE 1810, 1953

 
1932

1934


1934 EL DÌA


 1938 EL DÌA







1942 Busto del Gral Artigas, Trinidad –  acervo J.E.Motte Imagoteca
 

                                       EXCURSION AL PARAGUAY, 1942, PUBLICADO EN 1949


1943 ACERVO PERSONAL ESCOLAR





1945 EL DIA



1946 EL DÌA
Silla Frailera en 1946(No es la msma silla de la actualidad)






                   Monumento a Artigas en su primera ubicacion al comienzo de la avda Artigas
 
 

 


Investigaciòn: Roberto Schiappapietra