La meseta de Artigas esta ubicada sobre el río Uruguay, en el departamento de Paysandú.
Sobre ella se edificó el segundo monumento a José Gervasio Artigas erigido en Uruguay.
Se inauguró el 25 de agosto de 1899 y el 7 de mayo de 2003 fue declarado monumento histórico nacional (ley 17.631 que también prevé la creación del Parque Nacional de Purificación en el entorno de la meseta).
En esta zona José Gervasio Artigas Arnal asentó el campamento de Purificación, sede del gobierno de la Liga Federal entre junio de 1815 y abril de 1818
El 20 de
agosto, desde Tranqueras de San Miguel, Don José dispuesto a claudicar en sus
empeños, envía un carta dirigida al Dr. Gaspar Rodríguez de Francia, en la cual
le solicitaba al país hermano el derecho de asilo político.
Con respecto
a la carta , y la fecha, nunca apareció hasta el momento!, o sea, nada se sabe de su existencia, debemos pensar que la fecha 20 es muy proxima, Artigas se encontraba el dia 15 de agosto en Asuncion del Cambay, cerca de Monte Caseros, sobre el Rio Uruguay, la frontera del Parana, estaria a unos 500km, -5 dias- Un chasque en ir desde el Parana a Asuncion y enviar soldados para escolta-??-. atraveso el dia 5 y llego entre el 14-5 a Asuncion-400km---
La carta como dijimos, nunca aparecio, solo encontramos textos referentes de la época -Renger, Longchamp- y un ejemplo de la misma llegaria en los años 1974 de parte de Roa
bastos el cual comparto en este post.
- Su intención era ingresar al Paraguay bajo
las condiciones que se le impusieran, de no accederse en esa solicitud,
ingresaría, se internaría en las selvas paraguayas y allí viviría en estado de
soledad con los recursos que le diera la naturaleza.
La respuesta a esta, ansiada contestación…, se hizo
esperar hasta principios de setiembre en la cual se autorizaba el ingreso al
País… El día 5 como sabemos bajo del
Cerro Santa Ana, actual Misiones Arg. y atravesó por el paso de Candelaria a
Campichuelo, departamento de Itapùa, Py. ¿Buscaría allí nuevos recursos para su
causa perdida? Una vez logrado esto, ¿volvería al suelo natal? ¿Qué ideas
cruzaban por la mente del Protector de los Pueblos Libres?
En la orilla
opuesta les esperaba el Gobernador Militar del lugar con numerosa escolta a
quien Don José entrego su espada, un bastón que portaba, mas otra misiva
dirigida al Supremo Dictador.
Entre las condiciones exigidas, para su
asilo estaban: la dispersión y el desarme de sus acompañantes, lo que se
cumplió y los que una vez internados en la selva fueron disgregados por
diversos parajes.
Hay relatos sin pruebas concretas que nos
cuentan que muchos de ellos fueron fusilados sin previo juicio, esta tesis no
tiene fundamentos ya que otros hechos hacen dudar de esas ejecuciones, por
ejemplo sabemos según libros de caja que se les entrego a la gente ponchos etc.
Texto de “Yo el Supremo”, novela del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, publicada en
1974, cuando Roa todavía vivía exiliado en Buenos Aires.
Cuando a su vez fue traicionado por su lugarteniente
Ramírez que se alzó con su tropa y su dinero, perdida hasta la ropa,
Artigas vino a refugiarse en el Paraguay. Mi alternativo extorsionado mi jurado
enemigo, el promotor de conjuras contra mi Gobierno, se avanzó a mendigarme
asilo. Yo le concedí trato humanitario. En una situación como la mía, el
más magnánimo de los gobernantes no habría hecho caso de este bárbaro, que
no era acreedor a la compasión sino al castigo. Yo reventé de generosidad.
No solamente lo admití a él y al resto de su gente. También gasté liberalmente
centenares de pesos en socorrerlo, mantenerlo, vestirlo, pues llegó desnudo, sin
más vestuario ni equipo que una chaqueta colorada y una alforja vacía.
Ninguno los ruines, aturdidos revoltosos que habían fundado en él las
mayores esperanzas de ventajas y adelantamientos, le hizo la menor limosna. Yo
le di lo que me pidió en la carta que me escribió desde la Tranquera de
San Miguel, dentro ya de nuestras fronteras.
La carta de Artigas era sincera."1"
No mentía en cuanto a su guerra contra españoles,
portugueses- brasileros y porteños. No dejé de tomarlo en cuenta. Si a muchos
los desvíos en la defensa de una causa justa los condenan, los principios,
las proyecciones de esa causa contribuyen a rescatar aunque sea parcialmente
a los errados que no son cerrados en el error. Artigas, hundido en tal angustia
y fatalidad, era un ejemplo escarmentativo para los ilusos, los facciosos,
los depravados ambiciosos de subrayar e imponer leyes a los paraguayos,
extraer sus riquezas y finalmente llevar gente esclavizada a sus empresas y
servicios, para después reírse del Paraguay y mofarse orgullosamente de los
paraguayos. Mandé un destacamento de 20 húsares a cargo de un oficial para
recoger a Artigas. Le otorgué trato humanitario, cristiano, en el
verdadero sentido de la palabra. Acto no sólo de humanidad sino aun honroso
para la República conceder asilo a un jefe desgraciado que se entregaba. Le
hice preparar alojamiento en el convento de la Merced y ordené que
diariamente hiciese ejercícios espirituales y se confesase. Yo respeto las
convicciones ajenas, y si bien es cierto que los curas sirven para poco, por
lo menos que sirvan para recoger las cuitas pecaminosas de los
extranjeros. Concedí pues al jefe oriental el monte que me pidió para
seguir viviendo; no un monte de lauros sino un predio en los mejores terrenos
del fisco en la Villa del Kuruguaty,
para que levantara allí su casa y su chacra, lejos del alcance de sus
enemigos. El traidor y alevoso lugarteniente de Artigas me pidió insistentemente
su entrega para que respondiera en juicio público a las provincias
federales sobre los cargos que justamente deben hacerle, me escribió el
cínico bandolero, por suponérsele a él la causa y origen de todos los males de América
del Sud. Como no contesté a ninguna de sus notas, me intimó la entrega de su ex
jefe bajo amenaza de invadir el Paraguay. Que venga, dije, el Supremo
Salvaje entrerriano. No alcanzó a llegar. Dejó la cabeza en la jaula que
le estaba destinada.
"1"
"Desengañado
de las defecciones e ingratitudes de que he sido víctima, le suplico siquiera
un monte donde vivir Así tendré el lauro de haber sabido elegir por mi seguro
asilo la mejor y más buena parte de este Continente, la Primera República del
Sur el Paraguay. Idéntica ambición a la suya, Excmo. Señor; la de forjar la
independencia de mi país fue la causa que me llevó a rebelarme, a sostener cruentas
luchas contra el poder español; luego contra portugueses y porteños que
pretendían esclavizarnos de manera aún más inicua.
Batallar sin tregua
que ha insumido tantos años de penurias y sacrificios. Con todo, habría
continuado defendiendo mis patrióticos propósitos si el germen de la anarquía
no hubiera penetrado en la gente que obedecía mis órdenes. Me traicionaron
porque no quise vender el rico
patrimonio de mis paysanos al precio de la necesidad.»
(Cartas del general Artigas a El Supremo,
pidiendo asilo. Sbre. 1820.)
Escrita por Roa Bastos, esta carta se a instalado como real.
Texto de: El
Campamento de Laurelty (1), Hèctor Francisco Decoud 1930 Mdeo.
Ocho días después del resonante triunfo
que obtuvo el General Artigas (15 de junio de 1820), sobre el ejército del
caudillo Ramírez, en las Gauchas, (Guachas) empeña un nuevo y sangriento combate contra
las mismas fuerzas; pero, en esta acción, la suerte de las armas le fue adversa,
siendo destrozado su ejército, del que, apenas, le restó un número escaso de
hombres.
Artigas,
decepcionado, huye del teatro de sus operaciones, dirigiéndose hacia el
Paraguay, último refugio con que contaba, sin que por eso haya dejado de dar
algunas duras lecciones a su tenaz enemigo Ramírez, que lo perseguía de cerca,
tratando de tomarlo.
El
coronel Cáceres, que fue soldado de Artigas en un tiempo, y más tarde brazo de
Ramírez, al referirse a él, dice en sus memorias:
"Era
tal el prestigio de este hombre, que, a pesar de sus continuas derrotas, en su
tránsito por Corrientes y Misiones, salían los indios a pedirle la bendición y
seguían con sus
familias
e hijos en procesión detrás de él, abandonando sus hogares.
------
(1)Denominación
dada al paraje, por predominar en él el árbol llamado laurel.
“En Abalos escapó Artigas con 12 hombres; cesó
Ramírez de perseguirlo, porque ignoraba su dirección, y no se le creía capaz de
hacer resistencia. Y a los ocho dias, supimos que había reunido más de
novecientos combatientes y estaba sitiando el Cambay”
En
este estado de cosas, Artigas desiste de continuar la lucha que había
encabezado para conquistar la independencia de su patria, la Banda Oriental, y
se dirige, con el grupo
de
sus fieles soldados hacia el Paraguay.
Una
noche, ya en camino, reúne a sus fíeles servidores, unos doscientos hombres de
caballería, lanceros todos, y, con lágrimas en los ojos, les da a conocer su
determinación de ir al Paraguay, del tirano José Gaspar Rodríguez de Francia, buscando
el encierro pavoroso a que éste lo había colocado a esa hermosa tierra de promisión,
y que, por consiguiente, quedaban libres de tomar el camino que mejor les
pareciere; que él, durante toda su vida, conservaría en su corazón el recuerdo
cariñoso de todos sus fieles compañeros.
A
mediados de setiembre de 1820, Artigas se presenta ante el comandante paraguayo
del departamento de la Tranquera, de San Miguel (orilla izquierda del río
Paraná), y
le
entrega su espada con una nota para el Dictador Francia, pidiéndole que se
sirviera enviarle ambas, y recabar la contestación.
Artigas
solicitaba del Dictador, hospitalidad, tanto para sí como para la gente que,
tan voluntariamente, le había acompañado, y que muchos de ellos habían ido ya
en
busca
de sus familias, para cruzar con ellas el río Paraná y radicarse en el
Paraguay.
A
este respecto se sabe lo que aparece en la comunicación del dictador Francia,
dirigida ni comandante del Fuerte Borbón, Velazco, de fecha 12 de mayo de 1821,
como también por la sentencia dictada contra el ya finado coronel Cabañas, cuyos
textos se transcriben a continuación:
“Lo que pasaba, en cuanto a Artigas, contesta
Francia a Velazco, es que, en su último combate con los portugueses, en
Tacuarembó, quedó muy derrotado. Viendo esto uno de sus comandantes, el porteño
Ramírez, a quien de pobre peón que era el, lo había levantado y hecho gente, y
en cuyo poder había dejado aguardar más de 50,000 pesos en oro, se le alzó con
sus dineros, y con ellos mismos, sublevó y aumentó algunas tropas y gente
armada con que había quedado; y así derrotó también a Artigas cuando éste quiso someterlo
con la poca fuerza que tenía, y lo persiguió de muerte, para quedarse él solo con
sus caudales y con el mando de la otra banda. Reducido Artigas a la última
fatalidad, vino como fugitivo al Paso de Iatapúa, y me hizo decir que le
permitiese pasar el resto de sus días en algún punto de la República, por verse
perseguido aún de los suyos; y que, si no le concedía este refugio, iría a
meterse en los montes.
Era
un acto, no sólo de humanidad, sino aun honroso para la República, el conceder
un asilo a un jefe desgraciado que se entregaba. Así, mandé un oficial con
veinte húsares, para que lo trajesen, y aquí se le tuvo recluso algún tiempo en
el convento do Mercedes, sin permitirle comunicación con gentes de afuera, ni
haber jamás podido hablar conmigo, aunque él lo deseaba. Allí estuvo recluso,
hasta que hice venir al comandante de San Isidro de Curuguaty, con quien lo
hice llevar a vivir en aquella villa, donde se halla con los dos criados o
sirvientes que trajo, por ser aquel lugar remoto el de menos comunicación con
el resto de la República. Allá le hago dar una asistencia regular, como aquí se
hizo, porque él vino destituido de todo auxilio.
“Los
portugueses, sin duda, se habrán alegrado de la ruina de Artigas. Ellos han
tenido también sus inteligencias y comunicaciones con el bandido Ramírez,
quien, tal vez, los habrá
metido en aprehensiones por haberse Artigas refugiado en el Paraguay; pero, el
hecho de aquel pérfido, es manifestante infame y lo reprobara todo el mundo
imparcial.
Se
podría preguntar a los portugueses si agradaría a un general portugués el que
en algún suceso adverso que tuviese en la guerra, se le alzase con caudales,
tropas y armas alguno
de sus oficiales subalternos, y, apoderándose de su mando, tirase a perseguirlo
de muerte para que no pudiese hablar. Al Craveiro que le dijo a usted que
Artigas estaba aquí,
bien guardadito, le hubiese usted contestado que Bonaparte, que fue emperador
de los franceses, estaba igualmente bien guardadito en poder de los ingleses,
donde se refugió
en su última desgracia; y, aunque estaba en guerra con ellos y fueron los
ingleses sus mayores enemigos, lo recibieron y lo mantienen hasta ahora
asistido generosamente en la isla de Santa Elena”. (Napolèon falleció justamente
7 dìas antes, el 5 de mayo de 1821)
Proceso Cabañas
“Asunción
y Agosto tres de mil ochocientos treinta y tres.
“Resultando
que Manuel Atanasio Cabañas, muerto sin herederos, ha sido un traidor a
la Patria y al Gobierno, porhaber mantenido correspondencia con el
malvado caudillo debandidos y perturbador de la pública tranquilidad,
José Artigas,y haberse encargado de reunir y aprontarle gente deauxilio
para cuando viniese, según sus ridículos ofrecimientos,a tomar la
República, llevarse la cabeza del Dictador,y ponerle a él y a otros en
el gobierno; cuya nueva infamiay ruindad cometió el citado Cabañas,
después que noquiso tomar parte alguna en la revolución que aquí se
hizopara extinguir el mando de España, cuando avisado delcuartel
en que se habían reunido los patricios para que viniesea incorporarse
con ellos, no sólo se enfadó con el portadordel recado, sino que, con
descarada vileza, respondióque vendría en siendo llamado por el
Gobernador, que erael europeo Velazco; no obstante lo cual, el presente
gobierno, por exceso de bondad, le dio los despachos de coronelaun sin
merito, sin servicio mi suficiencia, comprobándosecon tan infames
procedimientos, que era un verdadero enemigode la Patria y que,
resuelto a auxiliar el Caporal deladrones y salteadores, Artigas,
estaba dispuesto a quedarlevilmente subordinado y tenerle sometida la
República, cómoera consiguiente, a fin de que después no le despojase
de su soñado
gobierno, en que él y otros atolondrados, con quien igualmente estaba en
correspondencia, como también consta de autos, creían en su delirio y necedad
que pondría a unos y engrandecería a otros, sin reflexionar, por su inepcia,
que lo que intentaba era ver si, al abrigo de algunos simples infatuados y
embaucados con el aliciente y engaños de varias y disparatadas ofertas, lograba
introducir, sin peligro, al Paraguay,
sus cuadrillas de miserables bandoleros y facinerosos, a robar y saquear cuanto
pudiesen para remediar sus miserias, su pobreza y sus extremas necesidades como
hacían en otras partes, viniendo últimamente, después de tanto ruido, alboroto
y afectada valentía o fanfarronada, cuando se vió arruinado y perseguido de
muerte, aun de los suyos, por consecuencia y efecto natural de sus desórdenes,
locuras y desatinados procedimientos, a implorar la clemencia y amparo del
mismo Dictador, cuya cabeza había ofrecido llevar, el cual, reventando de generosidad,
sin embargo de que el alevoso y bárbaro malevo no era acreedor a la compasión, no
solamente le admitió, sino que ha gastado
liberalmente centenares de pesos en socorrerlo, mantenerlo y vestirlo, habiendo venido desnudo,
sin más vestuario ni equipaje que una chaqueta colorada y una alforja, sin que los
ruines, aturdidos y revoltosos que fundaban en él las mayores esperanza de
gobierno, ventajas adelantamientos, le hubiesen hecho la menor limosna o socorrido
en agradecimiento de sus grandiosos o graciosos ofrecimientos, viéndolo en tal
angustia y fatalidad que acaso la Providencia ha permitido para que los ilusos
o deslumbrados, los facciosos, los depravados encubiertos y los deseosos de
trastornos políticos, abran los ojos y entiendan que las gentes de otros
países, envidiando y odiando al Paraguay por no haberse sometido a sus ideas de
logro, predominio y conveniencia, lo que desean y buscan es la ocasión de
entrar a apoderarse del Estado engañando a los incautos y simples, subyugar e imponer
leyes a los paraguayos, extraer y sacar riquezas, caudales y la plata, que sólo
aquí corre todavía, y, finalmente, llevar gente para sus empresas y servicios,
para después reírse del Paraguay y mofar orgullosamente a las paraguayas.
“En
virtud de todo, se declaran confiscados y aplicados a gastos públicos y
servicio del Estado, todos los bienes que aparecieran corresponder al citado
Manuel Cabañas, o ser de
su pertenencia en su fallecimiento; y a ese efecto, se ex pedirán las
providencias convenientes, rompiéndose, igualmente, el insinuado título de
coronel, de que se ha mostrado indigno y sin honor para obtener semejante
grado, cuya denominación tampoco se le ha de poder dar en lo sucesivo.
FRANCIA.
POLICARPO
PATIÑO,
Actuario
del Superior Gobierno.”__
“20 de agosto de 1855 - exhumación, "repatriación" de los restos de Artigas, un día como hoy hace 170 años, se lo llevaron”
Acta de exhumaciòn original ( la que circula en libros es copia de esta transcripta pero no igual a esta)
Esta fecha la considero muy particular en cuanto a la persona de Josè Artigas. Quedara en el pensamiento de cada uno si el hubiese querido regresar a la tierra que lo vio nacer o no. En lo personal.. creo que no.
Revisión humilde y significativa sin alimentar mitos. Con Libertad ni ofendo ni temo.l
1.Primera noticia necrológica, texto - imagen del
periódico “ El Paraguayo Independiente” fecha, 28.09.1850
2.Imagen de la lápida en el cementerio de la
Recoleta, Texto en “Artigas Defensor de la Democracia” deElisa Menendez.
3.Nota exhumación, Padre Cornelio Contreras, 20 de
agosto de 1855, Cementerio Iglesia Recoleta, Asunción. Transcripción diríamos
que desconocida del original.
4.Histórico relato del procedimiento de
repatriación (resumen de cuando los ministros esos..se lo llevaron del Paraguay).
Texto en “Artigas Defensor de la Democracia” deElisa Menendez.
5.Obra: Desembarco en el puerto de Montevideo de
la urna conteniendo los restos de Jose Artigas – Autor: Domingo Puig 1930.
1. "El tiempo
acreditó la firme resolución que había tomado de no volver al suelo donde vió
la primera luz, cuando se presentó en Candelaria perseguido de los suyos,
pidiendo un rincón en la República para acabar sus días. Ha tenido para su
regreso obligantes, y repetidas invitaciones…"
2. Lápida.(Un tanto Inverosímil… pero es de suponer que
López al enterarse de la muerte de Artigas envío a corregir la fé del
certificado de defunción elaborado por el padre y a realizar dicha lápida en
cemento con el título General D. Jose Artigas – 1850, la misma debe encontrarse
en el Museo Nacional de Montevideo.
3.”Nota: En esta
parroquia de la Recoleta de la Capital a veinte de Agosto de mil ochocientos
cincuenta y cinco, yo el cura interino de ella; en virtud de la Suprema orden
del Exmo. Señor Presidente de la República, se exhumo el sepulcro del General
finado Don José Artigas del Cementerio general: y se entrega.n los huesos al
Señor Doctor Estanislao Vega, agente confidencial del Exmo Gob.no de la Rep.ca
Oriental del Uruguay cerca de la Rep.ca del Paraguay de lo…certifico. Cornelio
Contreras.”
4. El 24 de abril de 1854, Flores nombró como agente
confidencial al Dr. Estanislao Vega, decano del Tribunal Supremo de Justicia,
encargándolo de una misión confidencial ante el gobierno paraguayo; y además la
de repatriar los despojos del prócer oriental. En la goleta “Restauración”
partió en el mes de julio el Dr. Vega, acompañado de su esposa doña Amelia
Lerena y de un criado llamado Leandro, anclando en la bahía asunceña el 24 de
agosto. Un año pasó en el país, más por motivos de salud que por lo que pudiera
hacer en gestiones encomendadas, habiéndose ido a Villarica, mientras
transcurría aquel ardiente verano tropical, en busca de un clima más propicio
para su delicado organismo.
“De regreso a la capital, dice el Dr. Fernández Saldaña
en un artículo intitulado “La repatriación de los restos de Artigas”, del cual
extractamos estos datos, el Dr. Vega se dirigió al Ministro de Relaciones
Exteriores don José Falcón, solicitando se sirviera ordenar lo correspondiente
a la repatriación citada.
El ministro contestó afirmativamente, manifestando que
cuando lo deseara podía proceder a la exhumación, y recibir del cura de la
parroquia el respectivo comprobante que acreditara la identidad de los restos
del general Artigas.
Se realizó ésta el 20 de agosto, figurando, como testigos
del acto el cónsul de Portugal y los ciudadanos uruguayos don Felipe Buzó y don
Santiago Cansttat, algunos militares paraguayos y residentes argentinos, como
asimismo otras personas más.
Vamos a agregar a lo ya expuesto, otros datos
interesantes suministrados por doña Amelia Lerena de Vega, testigo ocular del
acto, que dice: “El sepulturero quiso limpiar los restos de Artigas, pero mi
esposo y yo quisimos realizar esa tarea.
“El Dr.
Etchevarría bañó los huesos con cloruro de cal, luego nosotros, con un cortaplumas
de mango de nácar que todavía conservo, limpiamos uno a uno aquellos huesos
grandes y fuertes...
“¡Qué hermosa
frente debió tener aquella hermosa cabeza!...
“Nos hospedamos, continúa diciendo Amelia, en casa del
presidente don Carlos Antonio López, y allí nos hicimos muy amigos con el hijo
de aquél, Francisco Solano, que sucedería a su padre en el gobierno del
Paraguay. Yo intimé mucho con la esposa de Solano, Elisa Lynch, una hermosa
inglesa”.
El señor Asdrúbal Nieto, que es quien publica los
recuerdos transcriptos por pertenecer a su archivo familiar, agrega: “Conocí a
Elisa Lynch, me contaba mi abuela, cuando por el año 70 y pico, muerto ya
Solano, de vuelta de Europa, le fué negada su entrada al Paraguay, por lo que
quedó un tiempo en Montevideo, en casa de Amelia Lerena”.
Sigamos a ésta en sus memorias: “Figúrate, dice, con qué
unción hablaba con toda aquella gente que había conocido en los últimos años a
ese hombre inmenso, que era una expresión magnifica de la vida de nuestro
pueblo!
“Haciéndome traducir del guaraní muchas palabras por mis
acompañantes, recogí de sus labios frases de admiración, de caiño y de respeto
hacia él...
“Hablaba el guaraní a la perfección.
“Aún a los 83 años salía de recorrida por los ranchos,
jinete en su caballito brioso, que llevaba de cabeza levantada, indudable
coquetería de legítimo orgullo...”
El P. Contreras, que cinco años antes hemos visto
acompañando al héroe, estaba aún al frente de la parroquia; le cupo de nuevo la
misión de acompañar a aquella fúnebre comitiva, que venía desde la patria
lejana, a arrancárselo a “esa arcilla colorada y seca, tan adherida a sus
huesos”.
El desterrado amó esta tierra paraguaya que le dió asilo
en sus días sin ventura, y la tierra le devolvió su amor enraizándose a sus
despojos, en despedida de amante, como queriendo retardar el momento de la
partida eterna...
Firmado por el padre Contreras está el certificado de
este acto que las autoridades pusieron en manos del comisionado, y que publica
de María. Dice así: “En esta parroquia de la Recoleta de la Capital, a
veintitrés de Setiembre de mil ochocientos cincuenta, yo, el cura interino de
ella, enterré En el tercer sepulcro del Cauce N. 26 del cementerio general, el
cadáver de un adulto llamado don José Artigas, extranjero, que vivía en la
comprensión de esta iglesia”.
Recoleta, Agosto 21 de 1855.
Doy fe. — Cornelio Contreras”.
Pero al leer este documento nos encontramos con la nueva
sorpresa, que tampoco coincide con lo expresado en la partida original,
existente en el libro parroquial, ni antes ni después de hechas las enmiendas
ya apuntadas. En este último nos hallamos con el agregado, que hemos subrayado,
y la supresión de enterré en sepultura ordinaria y también en lo que dice
referente a la lápida; como podrá verse comparando este texto con los dos ya
publicados en el capítulo anterior.(Veáse libro)
Este certificado fué llevado por el doctor Vega a
Montevideo y ha sido transcripto por casi todos los historiadores uruguayos;
siendo en consecuencia el más conocido.
Los despojos de Artigas fueron colocados en una urna de
latón pintado, cuyo recibo de compra hemos visto en el Archivo General de
Montevideo. En él consta que fué mandada hacer en el taller de Nicolás Troja,
de Asunción y que costó treinta patacones. En la citada institución nos han
proporcionado también un extenso y serio informe sobre el traslado y desembarco
de los restos de Artigas en Montevideo, por lo cual vemos que la muerte,
rivalizando con la vida, no quiso ser más generosa. Extractaremos ese
interesante documento.
Al doctor Vega, cumplida su misión en el Paraguay, se le
expidió pasaporte para embarcarse en el vapor “Uruguay” hasta Buenos Aires, en
compañía de su esposa, su criado Leandro y dos libertos paraguayos. Llegados
allí, trasbordaron al vapor “Menay”, que llegó a Montevideo el jueves 19 de
setiembre de 1855, con buen tiempo, algo ventoso”.
El horizonte político de la patria, que continuaba hosco
y sombrío, no se aclaró para recibir al hijo que volvía de su largo ostracismo.
Recios huracanes habían hecho tambalear el gobierno del general Flores y
ocupaba en esos momentos el poder el presidente del senado don Manuel Basilio
Bustamante. Por estos motivos, al arribo del “Menay”, no le fué permitido al
pueblo concurrir al puerto para rendir el homenaje de su respetuosa admiración,
justo anhelo largo tiempo acariciado.
Parece que sus manes se oponían a las demostraciones
ostentosas hacia este hombre austero que había pasado a la otra vida en el
anonimato de la soledad y de la miseria.
¡Aun más allá de la muerte, el héroe seguía cumpliendo su
trágico fatalismo!
El desembarco de los fúnebres despojos se realizó en
compañía de muy contadas personas, ese mismo día a las cuatro de la tarde. La
urna funeraria fué colocada en un pequeño bote, en el cual subieron sus pocos
acompañantes: el Ministro de Relaciones Exteriores doctor Adolfo Rodríguez, un
ayudante del presidente de la república, un nieto del prócer Juan Pablo
Artigas, único representante familiar, y algunas personas más.
Desde el “Menay” se dirigieron al vetusto muelle de la
calle Treinta y Tres, desaparecido hace años. Allí posó de nuevo sobre el solar
nativo el hijo que volvía ya transformado en idea, porque era la esencia de las
aspiraciones de los pueblos americanos. El destino, tan avaro en sus dones, seguía
mostrándole ceño adusto. Nególe al desterrado que regresaba lo que no niega a
nadie: el derecho a descansar en la paz de un sepulcro. Seguía siendo víctima
de su propia grandeza. Se temió que sus cenizas fueran capaces de provocar
incendios en aquel pueblo suyo, en el cual supo despertar santas rebeldías
contra la opresión, cualquiera fuera su origen y su forma.
¡En vez de hallar en su tierra la calma silente del
cementerio, pasó a la aduana, representación del interés humano. Punto a donde
convergen los frutos comerciales del mundo, el cual no es posible imaginar sino
lleno de mercancías y artículos de todas clases y para todos los fines. Alli,
en aquel tráfago comercial, tan poco propicio al silenció que reclama la
muerte, quedaron depositados los restos de aquel preclaro varón.
Más de un año pasaron allí, en el polvo del olvido, hasta
que el 20 de noviembre de 1856, fueron retirados para ser trasladados a la
Iglesia Matriz y al cementerio
5. Óleo desembarco.
Si quieren dar lectura a los hechos desde los documentos de època sugiero los siguientes artìculos de la Revista Histórica del Museo Histórico Nacional Tomo 53 79-81 desde la pàgina 236 digital (230 del documento) a la 320 digital (294 del documento) , Visualizar aquì http://bibliotecadigital.bibna.gub.uy:8080/jspui/handle/123456789/138642 o pueden dar lectura debajo segùn el navegador que utilicen
Compartimos este material en forma de homenaje al conmemorarse 205 años de las última acciòn militar o combate del procer protector de los pueblos libres, Don Josè
El 13 de junio de 1820 se enfrentan Francisco Ramírez y José Gervasio Artigas en las proximidades de Rosario del Tala en la Batalla de las Guachas. Artigas venía de la derrota con los portugueses en Tacuarembó y acampó con su ejército cerca de Rosario del Tala esperando reunir refuerzos para enfrentar a Ramírez.
Finalmente, sobre el arroyo Las Guachas, se encontraron. Artigas con
unos 1.800 hombres, y las fuerzas del entrerriano con 600 (cuya base era
el cuerpo de 400 dragones bien disciplinados).
La Batalla de las Guachas fue con un resultado incierto, la historia nos cuenta un significativo hecho de traición de Ramírez a Artigas.(1)
La Batalla de las Tunas, librada el 24 de junio de 1820, fue un enfrentamiento clave entre las fuerzas de José Gervasio Artigas y Francisco Ramírez.En
esta batalla, Ramírez, con el apoyo de su artillería y carabineros,
logró derrotar a las tropas artiguistas cerca del arroyo Las Tunas, en
lo que hoy es San Benito, Entre Ríos.Esta victoria marcó un punto de inflexión en la relación entre Artigas y Ramírez, Ramírez, aprovechando su conocimiento del terreno, preparó una emboscada a las tropas artiguistas que avanzaban hacia Paraná.(2)
Luego de 6 meses muy difíciles, llegamos al mes de Julio de 1820...
-Ramírez partió de Paraná con 1000 jinetes y 300 infantes a
las órdenes de Mansilla en dirección al campamento de Artigas en Sauce de Luna,
derrotando el 17 de julio en el combate de Sauce de Luna, cerca del río
Gualeguay, a las fuerzas correntinas al mando de López "Chico"; y el
22 de julio logró derrotar al misionero Perú Cutí, quien contaba con 300
hombres en el Combate del Rincón de los Yuquerís. Pocos días después batió al
misionero Matías Abucú en el combate de Mandisoví el 23 de Julio, Artigas pasó
el río Mocoretá perseguido por Ramírez. El 25 de julio Francisco Javier Sití,
quien fuera lugarteniente de Andrés Guazurary y desde el 5 de marzo de 1820 era
el comandante general interino de la provincia de Misiones, se pasó al bando de
Ramírez, firmando el 28 de julio el Acuerdo de Mocoretá, donde reconoció a
Ramírez la dirección de la provincia de Misiones, incluyendo a Mandisoví, que
desde agosto de 1819 tenía un alcalde guaraní dependiente del comandante de
Misiones y un comandante militar para los criollos dependiente de Entre Ríos.
El 27 de julio, Ramírez derrotó una vez más a Artigas en la batalla de "Bajada del Paraná" cerca de Las Tunas, en la que hizo un inteligente uso de la artillería al mando del
comandante Mansilla. El propio Artigas escapó en ancas de su primogénito Manuel,
siendo derrotado al día siguiente en el combate de Osamentas. Ramírez atacó el
propio campamento de Artigas en Abalos, cerca de Curuzú Cuatiá. Allí, el
caudillo oriental estaba al frente aún de 600 hombres, y con apoyo del ex
gobernador Juan Bautista Méndez, intentó un último combate. Pero fue derrotado
completamente el 29 de julio por Ramírez, Piris, Casco y el cacique Sití, que
habían sido hombres suyos, ( esta fue la última vez que se vieron las caras con
Ramirez ) en la batalla de Abalos cayeron prisioneros sus mejores oficiales y
su secretario y pariente José Benito Monterroso, a quien Ramírez obligó a
cumplir idénticas funciones a su servicio. Artigas salió de allí con solo 12
hombres. También pasaron a poder de Ramírez toda la artillería de Artigas,
armas y municiones, 25 carretas y 500 bueyes. A fines de julio había iniciado
su avance por el río Paraná la flotilla que Sarratea le había suministrado a
Ramírez, al mando del comandante Manuel Monteverde, que logró evadir un
bombardeo frente a Esquina y tomó el puerto de Goya. Entre el 30 y 3 de agosto
la escuadra se apoderó en el río Corrientes de los lanchones y buques de Pedro
Campbell, que se llamaban: Carmen, Victoria, Correntina, y Esperanza. El
capitán irlandés se vio obligado a retirarse a pie hasta Corrientes, en donde
fue detenido y posteriormente deportado al Paraguay. Artigas se posesiona en
Curuzú Cuatiá el 11 de Agosto.El 15 de
Agosto de 1820, a las 10:00, Artigas, que se encontraba sitiando Cambay, es
sorprendido en su retaguardia por las fuerzas combinadas de Sití y Piris. Al
encontrarse entre dos fuegos se produce el desbande y la dispersión de las
fuerzas artigueñas. Por la comunicación de Piris a Ramírez sabemos que los
únicos que ofrecieron heroica resistencia fueron los dragones de Matías Abucú. Esta
fue la última acción militar de Artigas: Derrotadas y dispersas sus tropas, con
muy pocos caminos que tenía para elegir, iImposibilitado de volver a Entre Ríos
y menos a la Banda Oriental, también le estaba vedado tratar de reunirse con el
grupo de blandengues y guaycurúes que se encontraban en la costa del Paraná,
más abajo de Goya; tampoco podía refugiarse en Yaguareté Corá o San Miguel,
hacia donde se dirigía Francisco Ramírez. Eligió el único camino que le
quedaba, el de los antiguos y abandonados pueblos misioneros. Matías Abucú le
acompañaba; el fiel apostoleño conocía esos parajes y, además, no descartaba la
esperanza de un último intento de acercamiento con los paraguayos, máxime
teniendo en cuenta que dentro de los planes de Ramírez estaba el de continuar
la guerra en ese territorio. Ese mismo día, Ramírez -ya en San Miguel-
informaba al Cabildo correntino sobre lo que, sin lugar a dudas, fue el último
encuentro con fuerzas artigueñas, el combate de San Miguel,el 17 de agosto de 1820. Ramírez no continuó
más adelante puesto que el 19 estaba ya de regreso en Yaguareté Corá. Tampoco
Sití enviará partidas en su persecución; quedará “reuniendo su fuerza y
apaciguando el territorio de su pertenencia”....El 8 de Septiembre de 1820 se
tienen noticias más concretas sobre el paradero de Artigas. Esta información
sobre el lugar en que había establecido Artigas su último campamento, antes de
su cruce por Candelaria al Paraguay, fue corroborada por el francés Aimpe
Bonpland, casi un año después. El 10 de Septiembre de 1820, el comandante de
Yaguareté Corá, hoy Concepción en Corrientes, llamado Saturnino Blanco Nardo
comunicaba a Francisco Ramírez que José Artigas había cruzado el Paraná el 5 de
Setiembre, embarcándose en Candelaria (esta carta se encuentra en los archivos
del ANA en Asunción y se puede visualizar online) Saludos queridos hermanos - as Artigueños y Artiguistas.
(1) El combate resultó recio y pujante, “por la bravura de los
contendientes”, y, a pesar de la inferioridad de las fuerzas del General
Don Ramírez, “no tuvo una definición categórica” y fue así que éste
informó al General Ricardo López Jordán, diciéndole: “Después que
Artigas asoló completamente el pueblo del Arroyo la China, con sus
infernales tropas, se avanzó el 13 de junio hasta Las Guachas, costa del
Gualeguay, donde tuve con él un encuentro sangrientísimo. Quedando
indecisa la acción por haber caído la noche y siéndome necesario
retirarme a Paraná”.
(2)Las tropas de Ramírez, ubicadas estratégicamente, atacaron a las fuerzas de Artigas, que intentaban cruzar el arroyo Las TunasLa superioridad de la artillería y la caballería de Ramírez causó numerosas bajas en las filas orientales, forzando su retirada
Que tal estimados lectores Artiguistas, este post nos lleva a viajar al mes de agosto de 1820.
Què piensa Don Josè luego de las varias batallas mal sucedidas?, en la misma expresa que no viene a castigarlos, pero que meditasen sobre los engaños con que los seducía el Comandante Ramírez, al habla con los portugueses según un documento que adjuntaba. Esta carta posiblemente se encuentre entre las ùltimas escritas desde la liga de los pueblos libres (la ùltima es dirigida a Gaspar R. De Francia), espero les guste la misma por eso la comparto.
De Agosto 11 de 1820. Me ha llenado de dolor el ver los trabajos que les han sobrevenido con el engaño con que Ramírez los sedujo. Las resultas de este fatal día van hasta la destrucción de toda la Provincia; este es el objeto que se propuso Ramírez dividiéndonos para que nos atacásemos unos con otros; pero teniendo esto en consideración no es permitido que se ensangriente una guerra entre hermanos y traigo reunidas todas las tropas y familias para que vuelvan a sus casas y se acabe todo. Este solo es el objeto que me trae, no el castigar a nadie, pues bien conozco que los han engañado y solo vengo a estrecharlos como a hijos y volverlos a unir a todos para que juntos defendamos el sistema.
Ramírez va contra mí porque está unido con los Portugueses, como lo verán por el oficio que les incluyo, que se le quitó al chasque que lo conducía a Ramírez. Desengáñense con tiempo, no crean a las expresiones engañosas con que los buscan, pues el objeto es separarlos de mi lado para encadenarlos. Recuerden lo que han hecho, hasta de los principios a proteger, y verán que sola para esclavizarlos los han mantenido; por fin V. S. mandeme lo más pronto su resolución para obrar según ella, y devuélvame el oficio del General Portugués que deseo obre en mi poder.
Dios guarde a V. S. muchos años. Campamento en marcha, Agosto 11 de 1820. José Artigas Al Muy Ilustre Cabildo Gobernador, Justicia y Regimiento de la Capital de Misiones.
Fuente:
Archivo General de la Provincia de Corrientes, que refieran el período 1812 a 1820 y que consignen la actuación en la Historia de Corrientes de los generales José Artigas y Francisco Ramírez.