martes, 13 de mayo de 2025

14-05-1913 Discurso de Juan E. O'Leary ( Yegros-Artigas)

 

Hoy se cumplen 112 años de este discurso del dr. Oleary, "sublime".

Contexto, año de 1913 ....La juventud oriental organizó, hace pocos meses, una peregrinación civica a la Asunción del Paraguay, determinada por dos motivos simpáticos y poderosos: saludar al país hermano en el aniversario de su independencia y cubrir de flores el sitio que fué tumba, en la vida y en la muerte, del ge neral José Artigas.

DIA 14 - 9 a. m. Recepción en la Universidad.. Harán uso de la palabra los -- - doctores Manuel Domínguez, Ignacio A. Pane y el señor Juan E. O'Leary.

Cerró el acto el director del Colegio Nacional, señor Juan E. O'Leary. El inspirado cantor de nuestras glorias habló en la siguiente forma:

 "Señores: La juventud paraguaya ha querido que fuera yo quien en su nombre os diera la bienvenida en esta casa que es como el ALMA MATER del Paraguay moderno. Ella me ha pedido, también, que os expresara el inmenso júbilo que llena su alma al veros en nuestra tierra, materializando con vuestra presencia viejos afectos, cultivados al través del tiempo y de la distancia. Ella desea, en fin, que yo interprete sus sentimientos hacia la gran patria oriental y hacia sus hijos heroicos y caballerescos. Pues bien, señores: escuchad el mensaje, y en la torpeza de mis palabras no busquéis sino la expresión de mi sinceridad. Vosotros sabéis, orientales hermanos, que por sobre todas las virtudes de nuestra raza ha estado siempre nuestra inflexible lealtad, ya que por acabar de ser leales lo fuimos hasta con el infortunio, con la derrota y con la muerte. Podéis, pues, creer que cuanto vais a oir es apenas un débil acento de lo que todos los paraguayos llevamos para vosotros en nuestro corazón sin dobleces, sentimientos tan profundamente arraigados que nada ha podido debilitar, ni aún la locura de los tiempos, ni aún los horrores de la guerra, en dias que nosotros ni siquiera recordamos ya... Y la verdad es que nuestra simpatia viene de lejos y que su explicación no es dificil si pedimos a la historia que ilumine las tinieblas del pasado. Nuestras patrias vinieron a la vida en la misma hora, bajo idéntico des- tino. Una misma fatalidad pesó sobre las dos, un mismo anhelo las empujó adelante y los mismos contrastes se interpusieron en su camino. La geografia perfiló los caracteres singulares de la raza, y, dentro de la gran familia rio- platense, tuvimos nuestras fronteras morales, contra las cuales se estrellaron al Norte y al Sud las mismas ambiciones vecinales. No necesito recordaros en todos sus detalles este estrecho paralelismo de nuestro ayer, ni necesito insistir sobre las infinitas afinidades de nuestros pueblos. Pero he de evocar el recuerdo de un episodio de nuestra común historia que es como la consagración de esa alianza espiritual que siempre ha existido entre nosotros: Era la hora crepuscular, anunciadora del claro amanecer de un nuevo dia. Extraños rumores flotaban sobre el ambiente de la dormida colonia. El des- contento empezaba a agitar a los criollos, hasta entonces sumisos al yugo español. Nada había, pero los horizontes se oscurecian, y oídos bien expertos podian percibir el apagado rumor de la lejana tempestad. El virreinato, tran quilo en apariencia, era como un volcán en cuyas entrañas el fuego preparaba la erupción. Y ya lo sabéis, la vieja Albión precipitó los acontecimientos, lle gando a nuestras puertas, en son de guerra y de conquista, fiada en nuestra secular docilidad, en nuestra antigua mansedumbre. Buenos Aires se irguió con arrogancia, Montevideo se aprestó también a la pelea... y el Paraguay acudió resuelto al primer llamado de sus hermanos en peligro. La lucha fué terrible, revelándose un nuevo factor en el drama de la his- toria, factor activo, enérgico, avasallador, llamado a producir transforma ciones radicales y a operar milagros ni siquiera sospechados. Ese factor era el hombre americano, con cuya acción el mundo no contaba, y bajo cuyo in- flujo redentor iba a florecer la libertad a la faz de la Europa esclavizada! Salvada la vencida Capital, gracias a nuestro eficaz apoyo, los ingleses volvieron la vista a Montevideo, dirigiéndose contra ella. En tan apurado trance el desgraciado Marqués de Sobremonte corrió en vuestra defensa, al frente de un poderoso núcleo de milicianos, reclutados en las diversas provincias del virreinato. Entre ellos iban muchos centenares de paraguayos, a las ordenes del comandante José Antonio Yegros, padre del futuro prócer de nues tra independencia. Atacado por el invasor en los alredores de la ciudad, Si bremonte no supo sacar partido de los elementos de que disponía, sacrificando torpemente a sus soldados y dándose a la fuga, apenas empezada la batalla. Los jinetes paraguayos, entre los que estaba el después brigadier  Fulgencio Yegros, y los jinetes orientales, entre los que estaba el después general José Gervasio Artigas, pelearon juntos, resistieron juntos, murieron juntos, bajo el tremendo fuego de los cañones enemigos... ¡Gervasio Artigas y Fulgencio Yegros! ¡Pensadlo bien, hermanos orientales! ¿No son acaso esos dos hombres providencia es la encarnación viviente de su raza y la síntesis humana de nuestra historia patria? Artigas era el Uruguay que iba a nacer; Yegros el Paraguay que se acer-caba. Los dos confundidos en el heroismo, abrazados en el peligro, juntos ante la muerte, eran como una revelación de nuestro destino, anudaban lazos que nunca se habían de romper, señalaban rumbos al porvenir. Yegros y Artigas sellaban asi, al pie de los muros de Montevideo, un pacto que todas las vicisitudes de nuestra tormentosa existencia no habían de des-truir. Y la sangre de nuestro héroe, herido de muerte en la batalla, rubricó aquel épico encuentro de dos pueblos, aquella fusión de dos razas, aquella comunión de dos patrias en un solo ideal de libertad. He aquí el punto de partida de esta corriente de hondo afecto y de inquebrantable simpatía que nos une, suprimiendo distancias, haciendo rimar los latidos de nuestro corazón en una indestructible fraternidad. De alli arranca esa afinidad de sentimientos entre paraguayos y orientales, que si alguna vez parece turbada por la demencia de los hombres, es sólo para resurgir más vigorosa, para asegurar definitivamente su imperio, para echar más hondas raices en las entrañas de nuestro pueblo. Quizá Artigas no presintió que a su lado caia Yegros, vale decir el Paraguay, para levantarse vencedor del polvo de la derrota. Quizá Yegros no sospechó que junto a él era vencido aquel obscuro blandengue, en cuya alma de fuego ardia el patriotismo charrúa, inmenso predestinado de vuestra historia, condensación luminosa de esos vagos instintos de la raza a los que él dió forma, a los que él dió vida, pronunciando la primera palabra de vuestro génesis. Pero desde aquella sangrienta encrucijada en que se puso a prueba el temple de nuestro espiritu. partieron los dos profetas, el uno hacia vuestras cuchillas, el otro hacia nuestras selvas, sombrios y meditabundos, des-lumbrados por la misma revelación. Y cuando sonó la hora del peligro, lanzados en pos de! mismo ideal, detenidos por idénticos obstáculos, amenazados en su obra y desconocidos en su empresa por la misma implacable madrastra, Artigas y Yegros se buscaron a la distancia, como viejos camaradas, y sus miradas se encontraron, si bien sus anhelos salvadores no pudieron fundirse en la realidad de los hechos. Estaba escrito que ellos arrojarian la semilla y la fecundarian con sus lágrimas y con su sangre, pero que no verían brillar el dia del triunfo, el dia bendito de la sacra cosecha, desde los umbrales del hogar feliz, en medio de sus pueblos redimidos. Y cuando llegó para el patriarca el instante inicial de su larga agonía, en aquel melancólico declinar de su fortuna, desecha honores, rechaza preben- das, agradece gentiles ofrecimientos, y, doblando sobre el pecho la cabeza, pone al trote su fatigado caballo de batalla, que en diez años no ha tenido una hora de descanso... y marcha al Paraguay! Fulgencio Yegros, y los jinetes orientales, entre los que estaba el después general José Gervasio Artigas, pelearon juntos, resistieron juntos, murieron juntos, bajo el tremendo fuego de los cañones enemigos... ¡Gervasio Artigas y Fulgencio Yegros! ¡Pensadlo bien, hermanos orientales! ¿No son acaso esos dos hombres providencia es la encarnación viviente de su raza y la síntesis humana de nuestra historia patria? Artigas era el Uruguay que iba a nacer; Yegros el Paraguay que se acercaba. Los dos confundidos en el heroismo, abrazados en el peligro, juntos ante la muerte, eran como una revelación de nuestro destino, anudaban lazos que nunca se habían de romper, señalaban rumbos al porvenir. Yegros y Artigas sellaban asi, al pie de los muros de Montevideo, un pacto que todas las vicisitudes de nuestra tormentosa existencia no habían de destruir. Y la sangre de nuestro héroe, herido de muerte en la batalla, rubricó aquel épico encuentro de dos pueblos, aquella fusión de dos razas, aquella comunión de dos patrias en un solo ideal de libertad. He aquí el punto de partida de esta corriente de hondo afecto y de inquebrantable simpatía que nos une, suprimiendo distancias, haciendo rimar los latidos de nuestro corazón en una indestructible fraternidad. De alli arranca esa afinidad de sentimientos entre paraguayos y orientales, que si alguna vez parece turbada por la demencia de los hombres, es sólo para resurgir más vigorosa, para asegurar definitivamente su imperio, para echar más hondas raices en las entrañas de nuestro pueblo. Quizá Artigas no presintió que a su lado caia Yegros, vale decir el Para- guay, para levantarse vencedor del polvo de la derrota. Quizá Yegros no sospechó que junto a él era vencido aquel obscuro blandengue, en cuya alma de fuego ardia el patriotismo charrúa, inmenso predestinado de vuestra historia, condensación luminosa de esos vagos instintos de la raza a los que él dió forma, a los que él dió vida, pronunciando la primera palabra de vuestro génesis. Pero desde aquella sangrienta encrucijada en que se puso a prueba el temple de nuestro espiritu. partieron los dos profetas, el uno hacia vuestras cuchillas, el otro hacia nuestras selvas, sombrios y meditabundos, des- lumbrados por la misma revelación. Y cuando sonó la hora del peligro, la zados en pos de! mismo ideal, detenidos por idénticos obstáculos, amenazados en su obra y desconocidos en su empresa por la misma implacable madrastra, Artigas y Yegros se buscaron a la distancia, como viejos camaradas, y sus miradas se encontraron, si bien sus anhelos salvadores no pudieron fundirse en la realidad de los hechos. Estaba escrito que ellos arrojarian la semilla y la fecundarian con sus lágrimas y con su sangre, pero que no verían brillar el dia del triunfo, el dia bendito de la sacra cosecha, desde los umbrales del hogar feliz, en medio de sus pueblos redimidos. Y cuando llegó para el patriarca el instante inicial de su larga agonía, en aquel melancólico declinar de su fortuna, desecha honores, rechaza preben- das, agradece gentiles ofrecimientos, y, doblando sobre el pecho la cabeza, pone al trote su fatigado caballo de batalla, que en diez años no ha tenido una hora de descanso... y marcha al Paraguay! devolviéndonos esos sangrientos despojos de nuestro heroismo sin fortuna, renunciando a una herencia de odios que vuestra nobleza repudiaba, para im ponernos solamente una deuda de gratitud... Y tendréis la explicación de ese creciente cariño hacia vosotros que las nuevas generaciones paraguayas han recibido de sus mayores, y de ese intenso júbilo con que os vemos llegar a nuestras playas, como a ausentes queridos, por cuya vuelta suspirábamos. Y como si aun no fuesen suficientes tantos vínculos, vuestra generosidad ha querido sellar, una vez más, esta estrecha fraternidad, fundiendo en bronce vuestro afecto, para dejar sobre la tumba del guerrero que simboliza nuestra esperanza en el desastre, el homenaje del Uruguay de hoy en los laureles de una corona. ¡Gracias, hermanos! El presente y el pasado se refunden asi en la gran memoria de Artigas. Yegros y Díaz no son sino la Patria misma en marcha hacia el porvenir. Con la sangre del uno se firmó el primer pacto en vuestra tierra, sobre el sepulcro del otro va a confirmarse la eternidad de ese abrazo que impusiera el Sembrador. Pero, por sobre todo, está él, su espíritu flota sobre nuestra vida, como sobre el caos el espíritu de Dios. Somos hermanos en El, y lo seremos, a pesar de todos nuestros errores y extravios, porque más poderosa que nuestras pasiones, y más grande que nuestras debilidades, es la sugestión de su recuerdo!"

 

-En 1911 llegaron los primeros peregrinos patrioticos en relaciòn al centenario de la victoria de La Piedras en 1911, pero no fue hasta abril del año 1913, en que el Paraguay al enterarse de la venida de una nueva Peregrinacion reafrma enviando al Uruguay los papeles de Derechos sobre el lote del Solar, En mayo, durante la estadìa de la delegación es que fue escogido un espacio de los lugares descanso de Don Josè, este comprendìa un añoso ejemplar de Yvyra-pytà.
El Proyecto de dicha peregrinaciòn fue presentado por el director de "La Prensa", de la ciudad de Salto y el "Club Juventud Salteña" al cumplirse un siglo de las Instrucciones del año XIII,

 Los peregrinos parlamentarios y una secciòn del regimiento de Blandengues encabezaron la comisión en esa oportunidad..
Los discursos fueron realizados por el Presidente de Paraguay Don Eduardo Shaerer haciendo referencia a la entrañable amistad entre Artigas y Yegros, que fue recordada durante los festejos por los historiadores Dominguez y por el poeta escritor OLeary el 14 de mayo de 1913, teniendo como centro de reuniòn el umbroso Yvyra-pytà. La entusiasta comitiva conto con la colaboraciòn del Gobierno, que en aquella època presidia Don Josè Batlle y Ordoñez. Dentro de las destacadas personalidades se encontraban, el Dr. Daniel Muñoz, Fermin Yeregui, Julio Marìa Sosa, Joaquin Sanchez, Jose M. Fernandez Saldaña, Luis S. de Herrera, el Pbro. Arturo M. Arrivillaga, Antonio Grompone, Ramòn P. Miranda, Eduardo Salterain Herrera, Cañizas, Constancio Ferreira, Raùl Casal Ribeiro, etc etc entre otros.
La idea original de la fundaciòn de una escuela pùblica honrando la memoria del pròcer y llamada "Artigas" en el "Solar Asunceño de Artigas", perteneciò a uno de los peregrinos, el historiador Hector Miranda.

 -Otro de los discursos realizados estuvo a cargo del gran poeta paraguayo Eloy Fariña Nuñez, al otro dìa, el 15 de Mayo de 1913.
Núñez conmovió a los "charrúas" visitantes, con estos versos:
"....Sed bienvenidos, nobles uruguayos hijos de la gentil Montevideo a la tierra solar donde durmiera el gran Artigas su glorioso sueño y donde no seréis jamás extraños desde que disteis el viril ejemplo de perdonar la deuda de la guerra y de restituirnos los trofeos...".

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 Fuente: Paraguay-Uruguay las fiestas de confraternidad celebradas en Asuncion con motivo de la peregrinacion ,  Por Adriano Irala y Santino Burgos .Bs.As.1913

Investigaciòn; Roberto Schiappapietra

13 de mayo de 1892-2024, 133 Aniversario del nacimiento de Elisa A. Menéndez Sarra, ex directora de la escuela Artigas del Solar Asunceno

  Bautismo 1, de febrero de 1893

-Elisa Amparo Menéndez Sarra, hija del matrimonio de Olegario y Luisa, naciò el 13 de Mayo de 1892 en los alrededores de la localidad de  José Enrique Rodó en el Uruguay, fue bautizada en otra ciudad cercana del mismo departamento, Dolores, al año siguiente.

En plena docencia en 1927 recibiò del gobierno Uruguayo la misiòn de viajar a paìses europeos con varios propòsitos de educaciòn vocacional, junto a ella viaja otra amiga maestra y directora momentanèa (ante la ausencia de Vizcay), la sra. Filomena Ulloa Viña, la cual incide en la decisiòn de viajar al Paraguay y formar parte del plantel docente.

Llega como maestra de sexto curso y en los años 1932 asume como directora, cargo en el que permanecio  durante 17 años culminando en 1948, (en 1934 regresarian unos meses a Europa por las mismas circunstancias)

Durante su periodo incursiono en la investigación historia y se transformò en escritora, es la primera mujer americana que estudia a fondo la vida de Artigas, no sólo como héroe, sino como hombre.

Dentro de su gestión la maestra Menendez consiguió ayuda monetaria el Ministerio de Obras Publicas del Uruguay para mejoras en la institución y constituyo en Montevideo una comisiòn pro fomento de ayuda a la escuela que tendría como objetivo las adquisición de elementos de estudio, ropas y alimentación, con que aumentar los rubros presupuestales destinados a ese objeto, no suficientes para atender cumplidamente a las necesidades de  los alumnos.

Tambien en su gestión llego una peregrinación en 1942 presidida por el Ing Oficial Ubaldo Genta la cual inauguro el primer busto de Artigas debajo del Yvyra-Pyta.

Elisa muere con casi 63 años, el 8 de mayo de 1953.

A su retiro en 1948 la escuela contaba con aproximadamente 100 alumnos.

 1944 Artigas defensor de la democracia americana


En 1944 sale a la luz “Artigas Defensor de la Democracia Americana” Edicion 1955,  lectura online aquí:

https://archive.org/details/artigas-defensor-de-la-democracia-americana-elisa-a-menendez-1955

o descarga  aquì: https://ia803101.us.archive.org/15/items/ElisaMenendez1955Artigas/Elisa%20Menendez%20-%201955%20-%20Artigas.pdf

Palabras sobran, para explicar su obra nos pareciò mejor recurrir a los testimonios gràficos sobre la misma.

 





Pero si nos parecio  interesante la idea de compartir unas breves líneas de la dedicatoria que la Sra. Menendez dirige a su querido amigo Pedro P.Samaniego, fechada el 26 de abril de 1943.

DEDICATORIA

Dedico este libro a la memoria de mi mejor amigo el jurisconsulto doctor Pedro 'P. Samaniego, muerto en el destierro el 26 de abril de 194-2, por defender la Justicia y la Cultura de su patria desde el alto sitial de Presidente de la Suprema Corte de Justicia y Profesor de Derecho y Filosofía de la Facultad de Asunción del Paraguay.

Admirador de todos los hombres capaces de sacrificarse por altos ideales humanos, sin tener en cuenta fronteras ni razas, se sentía atraído por la inquebrantable fortaleza moral de nuestra procer, y aspiraba a que su figura se presentara como ejemplo de probidad y justicia a todas las juventudes americanas.

...¿Te acuerdas, caro amigo, “desde el seno de Dios donde reposas”, que un dia me sorprendiste con la idea que yo debía escribir un libro sobre el largo exilio de Artigas en el Paraguay? Nunca había pensado en ello y la empresa me pareció difícil e irrealizable. Agoté mis argumentos para no emprenderla, pero todos fueron refutados.

La mano cruel del destino nos separó.....

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-Menendez ofrece una minuciosa e ilustrativa narración, obtenida personalmente en los archivos oficiales del Paraguay, en la observación atenta del ambiente y también en las manifestaciones de los habitantes de las respectivas zonas, dándose el feliz acontecimiento de encontrarse aùn con vida y con mas de 100 años en 1942, un vecino muy particular que alcanzo a conversar con el procer regional Don Jospe.

Compartimos unas breves líneas de la entrevista realizada en 1942-3 a Juan Leon Benitez, nacido en1842, supuesto hijo de Mcal Fco Solano Lopez,(1827-1870)

—¿Y Artigas dónde vivía?

—Primeramente ocupaba “la casa alta”, que era entonces una vieja casona con muchas piezas. Después, cuando tía Rafaelita, la hija de López, iba a casarse con un brasileño, el doctor Bedoya, mi abuelo la hizo arreglar levantando una casa de dos plantas como está hoy. Fué por eso que el general José Gervasio — asi le llama don León con cierto énfasis en su temblorosa voz — pasó a ocupar otra casita de techo de teja que había en la quinta, un poco más acá.

—¿Cerca del ybyrá-pytá?

—No.

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-Con certeza el sr Lèon Benitez no conocía la carbonilla de Demersay sobre la casa de Artigas.

-No sabemos si fue la primera persona en dar con Benitez…podemos pensar que Hamerly en 1951 al publicar su trabajo, tomo el mismo de Menendez o realmente estuvo con Benitez en 1928 cuando recoge la poseía de Ansina, y con los cimientos de la casa, la cual manifiesta haber llevado pedacitos al museo Rivera (no se encuentran en la actualidad) A este Benitez le otorga una nota porque no era Uruguayo. Nota diario ABC https://www.abc.com.py/edicion-impresa/locales/el-mariscali-1334404.html

 1948 Juicios sobre el libro Artigas defensor de la democracia americana de Elisa A. Menéndez


En el año 1948 recopila y lanza los  juicios y repercusiones  sobre el libro Artigas defensor de la democracia americana, índice aquí; https://pmb.parlamento.gub.uy/pmb/opac_css/index.php?lvl=notice_display&id=36267

 1949 Puntualizaciones...  venturas y desventuras de mi vida en el Paraguay


-Comencemos a desempolvar lo que menos conocemos sobre la maestra, el retiro.

Elisa fuè declarada “Persona no Grata!,” y por esta acusación fue retirada de su cargo.

Bueno, si bien razòn razòn… seria que al emitir algunos juicios que no agradaron en su obra, quien la conoce sabemos que no hizo màs que fundarse en una serie de apreciaciones de autores Paraguayos que juzgaban en forma acerba y severa al ex Dictador Francia.

No hubo màs razones poderosas del gob. de Morinigo en sus autoridades, como por ejemplo el ministro de Instruccion Publica etc que “ el hablar mal de Gaspar R. de Francia!, tampoco hubo ninguna resolución aclaratoria del consejo de Enseñanza primaria a este respecto.

En el presente, se encuentran por lo menos 2 de sus alumnos ya casi centenarios con vida y con muy gratos recuerdos de cariño y respeto a la estimada Maestra Menendez, uno es el ing. Molinas, quien fuera ademas de alumno, esposo de la directora de los años 70-80 Mirsa Belen . Otra de sus alumnas es la sra. Marìa Orue (con 3 generaciones de descendientes en la institución), en nota para un material audiovisual de la escuela expresa con mucha emoción y nostalgia sus recuerdos  de aquella época de niña que conserva en su memoria y corazón, pregunta por la vida de la sobrina de la directora  Elisa, llamada Sara Menendez, quien les enseñaba gimnasia y hasta con esa extraña mezcla de tristeza e injusticia recuerda que quien le secundaba a Elisa, su compañera Marìa Angèlica Valdèz de Renna, le habría bajado como quien dice la caña!:

Sobre esto ùltimo, la propia Elisa Menendez en un libro lanzado en 1949: “Puntualizaciones...  venturas y desventuras de mi vida en el Paraguay”, en el punto 5, asì lo menciona:

https://pmb.parlamento.gub.uy/pmb/opac_css/index.php?lvl=notice_display&id=16981

Algunas páginas del mismo aquí debajo y un tiempo después la publicación del periódico "El Tiempo" de la ciudad de Mercedes, Soriano en la cual refiere a hacerse Justicia… tema que trataremos al final de este articulo)





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-Quien prosigue la dirección de la escuela es una nueva maestra tambien muy recordada,  la sra. Berta Martinez de Santiviago.

Compartimos el nombre de sus otras obras en las imágenes aquí debajo, como asì también fotografias del acervo personal, de la escuela y de los periódicos que llegaron hasta el Paraguay como el diario “El Dia”, el cual registro en aquellos años la gestión, la vocacion y la buena voluntad de la misma.

Queremos ser ilustres en esta fecha, recordar un aniversario mas de la Maestra Elisa Menendez, visibilizar su obra, que la conozcan  a fondo y asi poder apreciar el valor y riqueza de la misma, sus aportes a la educación,  a la gesta y legado de Artigas son su herencia y debemos ser meritorios y transversales a la hora de mencionar la palabra Justicia, queremos dejar abierta a quienes correspondan el homenaje que competa, talves un minimo busto, una biblioteca en su nombre…serán adecuados.

 ANSINA, 1951

ANTES DE 1810, 1953

 
1932

1934


1934 EL DÌA


 1938 EL DÌA







1942 Busto del Gral Artigas, Trinidad –  acervo J.E.Motte Imagoteca
 

                                       EXCURSION AL PARAGUAY, 1942, PUBLICADO EN 1949


1943 ACERVO PERSONAL ESCOLAR





1945 EL DIA



1946 EL DÌA
Silla Frailera en 1946(No es la msma silla de la actualidad)






                   Monumento a Artigas en su primera ubicacion al comienzo de la avda Artigas
 
 

 


Investigaciòn: Roberto Schiappapietra